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jueves, 8 de febrero de 2024

Yogi, el oso

Entrañable es el recuerdo de aquellos dibujos animados de Hanna Barbera, que entonces, los años que rescato, se veían en blanco y negro, y amenizaban las largas tardes de la infancia, a la salida de la escuela y en el paréntesis de la merienda del pan con chocolate, previo al asalto a la calle, a jugar al futbol o tirarnos piedras, partidos y batallas contra los de la plazoleta o los de Valdomero. Yo era un incondicional de todos los monigotes animados de la tal “Ana”, que imaginaba señora mayor de acento extranjero, algo así como la austriaca que daba vida a la Perrita Marilyn, Herta Frankel, apalancada en España desde el 42, vaya usted a saber por qué razón inconfesable. 

La animación de aquellos dibujos era pésima. Se ve que en sus inicios los productores andaban cortos de presupuesto. Pero para nosotros todo lo que se veía a través de la caja de madera resultaba mágico. Entonces no había motivo para perderse el episodio diario de Don Gato o los Picapiedra, Leoncio el león y su amigo Tristón, o La hormiga atómica. Eran tan malos como entretenidos, pero yo hallaba especial recreo en las andanzas del Oso Yogi, Yogi Bear, un oso de aspecto singular desvestido con corbata, cuello de camisa y sombrero. En los primeros episodios, no en los que fueron viniendo después, el genuino plantígrado hacía malabares para escapar del bosque de Jellystone, (ponía en el letrero), sin conseguirlo jamás. El argumento era así de simple y sin más distracciones. Yogi era siempre sorprendido en el momento que cruzaba la puerta del parque, por obra de la atenta mirada del guardabosques. Con el tiempo se fue dando más protagonismo a su camarada, Bubu, (en castellano), y al guarda, (mister Smith), y los capítulos se hicieron algo más complejos, pero sin llegar a la Crítica de la razón pura o cosas así.

Aquel personaje marcó mi infancia. Eso de andar en pelotas por la vida vestido tan solo con un sombrero, una corbata y un amago de camisa no deja de ser uno de esos sueños que, una vez despierto, se añoran y evocan. Y ya se acercan los carnavales.



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