Alexine era una jovencita aristócrata holandesa. Un día decidió marchar en busca de las fuentes del Nilo. Acompañada de su madre y su tía, (amante del zar Nicolás), remontó el río de los faraones.
No escatimó recursos en su aventura.
Numerosos criados, doncellas, cocineros, intérpretes, carpinteros, porteadores y hombres armados formaban su séquito. Caballos, mulas, burros, dromedarios, avestruces, gacelas y numerosos perros, (incluida su perra albina), les acompañaban.
El equipaje estaba formado por varias maletas y baúles llenas de elegantes trajes, sombreros, enaguas, corsés, camisones, botines, sombrillas, colchas, sábanas, cojines...
No faltaban libros, material de dibujo, un piano, la vajilla de porcelana, la cubertería de plata, manteles, muebles, cuadros, raquetas, una bañera...
Tampoco un pequeño barco de vapor desmontable.
Cuando las fiebres, los mercaderes de esclavos y las agresivas tribus del corazón de África les daban alguna tregua, Alexine escribía, dibujaba y estudiaba animales y plantas.
Su madre y su tía murieron en la expedición.
Años mas tarde Alexine viajó al Sahara, donde fue asesinada y mutilada por los feroces tuaregs.