"(...) Cuando el señor marqués hace una de esas obras de misericordia, que ignora la patria, es fama que defeca con más tranquilidad que de costumbre. Porque hay que advertir -como detalle para la Historia- que uno de los placeres, tal vez el único, del señor marqués es la defecación. Sobre todo de noche al acostarse, el señor marqués se está en el retrete mientras fuma un puro, que enciende al entrar allí y que no deja hasta acabarlo por completo en aquel sitio misterioso, dejando en el suelo, como recuerdo, un cucurucho blanco."
Los Españoles en París, Luis Bonafoux, 1855-1918.