No pudo Felipe II hacerse con las islas británicas enviando la Invencible y, sin embargo, el ejército inglés acampó en los alrededores de El Escorial siglos después. El suceso acaeció en noviembre de1808, cuando el pueblo español se alzaba contra el invasor francés y recibió la inestimable ayuda del rey de los hijos de la pérfida Albión. Estos, comandados por Wellington, habían vencido a Junot en Portugal. El dato lo aporta Alcalá Galiano en sus memorias, reflexionando sobre las incongruencias de la historia. Entre otras, ver cómo los enemigos se convierten en aliados según las circunstancias.
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domingo, 13 de julio de 2025
jueves, 10 de julio de 2025
Centauro de papel
Mi tío Antonio no era un hombre ilustrado, pero le gustaba leer novelas del oeste. Sabiéndolo, yo le animaba a conocer los cómics del Teniente Blueberry, pero no le convencían, porque no salían mujeres, o no como él las esperaba. En cierta ocasión, rompiendo su regla, leyó La niña de Luzmela, de Concha Espina, que no tiene nada que ver con pistoleros ni es un tebeo, sino una novela algo perturbadora, y nos anunció que le había gustado mucho. Era una edición de Austral que todavía anda por casa. Años más tarde, cuando ya había fallecido, me lo leí yo también, por ver si entre sus páginas me reencontraba con él, pero sin mucho éxito. Tal vez porque no lo leímos juntos en su momento. Sin embargo, con él tropiezo en otras páginas, de otro libro. Un día que repasábamos a una la Historia del Arte de Salvat, el tomo II, el de los griegos y romanos, porque entones había tiempo para repasar enciclopedias, la foto de un centauro despertó su atención y rugió de asombro con un exabrupto. Y a colación se remitió al relieve que adorna la fachada del Salvador de Úbeda, y mencionó una finca que llamaban del caballo, por ser lugar en el que se había criado. Tardé un rato en reponerme de la impresión que me produjo su salida. Y animado le pregunté que si existieron alguna vez aquellas criaturas y él me dijo que a lo mejor en el pasado existió algún “fenómeno” como aquel. Aquella palabra resonó como a nueva en mi cabeza y desde entonces, cuando evoco a mi tío revivo el instante en el que admiramos al fenómeno y temo que quedó atrapado en aquella imagen, él, que siempre soñó con el oeste americano, convertido ahora en un centauro.
miércoles, 9 de julio de 2025
Las cuentas no salen, o igual no hay que esperarlo
0,01 euro es el beneficio obtenido el último mes por mi última novela, vía Amazón. Por la anterior ni eso. He de confesar que en una ocasión fueron 0,2. Lo habitual es que los meses se pasen en blanco. Un día, por curiosidad, tengo que entretenerme en averiguar en qué lugar del ranking de los más leído me encuentro, pero igual no soy ni el primero de los últimos. Podría llorar y patalear, sentirme un incomprendido, refugiarme en la bebida o emular a Larra, pero ya estoy escribiendo otra, lo mio es una enfermedad, un vicio solitario. A esto no se le puede llamar trabajo porque no es negocio. Por otra parte, lo del arte por el arte y esas zarandajas también son majaderías, creamos porque es el signo del Homo Sapiens, no es ningún don, sino que forma parte de nuestro ADN. Hay que reírse de todos esos sofismas y estampas literarias que han inventado los mercaderes del templo. Lo incontestable es que nos arrastra el río de la vida, o riada, a una velocidad vertiginosa, y que, al fin y al cabo, iguala a todos en naufragios. Lo malo es que no sabemos si al final del camino encontraremos vivos a nuestros cerdos, que es lo que verdaderamente preocupaba a Ulises, léase la Odisea.
martes, 8 de julio de 2025
La chicazo
No recuerdo su nombre, pero era una chica nueva que entró en el cole cuando ya había empezado el curso. Era un primero de EGB. Como tenía el pelo corto, que no era lo habitual en una niña, la empezamos a llamar la “chicazo”. El primer día se lo dijo todo el mundo y la pobre entró en clase corriendo, agachó la cabeza y se escondió como pudo. Pero lo cierto es que antes de que terminase la semana ya nadie la llamaba así. Yo creo que como era distinta me llamó la atención y un día decidí sentarme a su lado. Entonces, para estar en clase, nos poníamos un baby blanco con cuadraditos azules. Esto del Baby viene a cuento porque tuvo su importancia. No tardamos en entablar conversación, pues era muy parlanchina, y contarnos cosas. Yo creo que fue el mismo día que la maestra me pidió el cuaderno de matemáticas y me arreó un tortazo por meter cuatro triángulos en un conjunto que tenía que ser de cinco. Fue debido a estar muy despistado. La chicazo me había enseñado un lunar muy grande que escondía en un brazo, remangándose el baby y ocultándolo muy deprisa, que fue visto y no visto, mientras se echaba a reír, por hacerme partícipe de un secreto tan grande; y yo también me carcajeé, sin comprender muy bien por qué, supongo que para no quedar mal. Fue una sensación entre terrorífica y misteriosa. No mucho después la chicazo dejó de venir a clase, se fue como vino. Pero no he podido olvidarla.
Monumentos y Memoria
Los monumentos a la Memoria Histórica poseen cierto sabor a aprobado general. Una serie de nombres se suceden al amparo de una lápida que los reconoce como los que dieron la vida por defender la libertad y la democracia. Poco importa el modo, si fue de forma pacífica o violenta, si obraron conforme a la ley o cometieron delitos de guerra, si fueron conscientes de sus actos o llevados por las circunstancias. En esta beatificación masiva no hay distingo entre los que lucharon por el comunismo libertario, el estalinismo, el independentismo o el republicanismo liberal, (masonería). A la conclusión que conduce su lectura es que todas aquellas personas pelearon por lo mismo, que iban a una. No existía conflicto, por tanto y por ejemplo, en el asunto de la propiedad, si era más adecuada la privada o la estatal, o más conveniente que no existiese. Descansan, en fin, en un limbo idealizado donde no hay espacio para revoluciones ni revolucionarios. Simplemente fueron los buenos.
domingo, 6 de julio de 2025
El arte del camuflaje
Mi padre siempre supo adaptarse a las circunstancias, las veces que acudía a casa alguna que otra visita no necesariamente inesperada, pero sí de gente que nos tocaba de lejos. Así, por ejemplo, si acudía alguien fachurro y mi padre tenía a mano El País, que era el que compraba habitualmente, salía, sin venir a cuento, con aquello de que siempre compraba el Alcázar pero que si no lo tenían en el quiosco terminaba haciéndose con el Ya, el ABC y, cuando no le quedaba más remedio, recalcaba, con el que casualmente estaba allí delante; y de este modo, con esa expresión de mentiroso que ponía, salía librado del lance. O como en aquella otra en la que vino a casa uno del PCE y mi padre montó un escudo con una hoz de mi abuelo y un martillo de bola, y se lo llevó hasta el dormitorio como para enseñarle la casa, donde el Cristo había desaparecido misteriosamente. Pero la mejor fue aquella en la que estaba viendo a la Cantudo en pelota sobre un caballo blanco, que salía en el Interviú, que lo sé porque yo estaba parapetado tras sus hombros, memorizando aquella imagen, y mi madre le llamó la atención; y en un hábil gesto cambió de página como un mago y se la enseñó para acallar sospechas, que resultó ser un artículo del Umbral. Ahora se hace lo mismo, pero minimizando la pantalla. Si lo sabré yo, que además escribo.
miércoles, 2 de julio de 2025
Adolfo Usero, recuerdos celestes
Se ha muerto Adolfo Usero que era un dibujante de los que no se olvidan, aunque siempre se situó en segundo término, acompañando a otros. Formó parte de esa extraordinaria galería de artistas, novedosos entonces, que ilustró nuestra imaginación allá por los setenta, y después. Para mi recuerdo queda aquel Roldán sin miedo, con guion de Víctor Mora, cuya anunciada reedición no se materializó. Tuve ocasión de charlar con él sobre ese tema en 2007, en Granada, con motivo de un salón del Humor que organizó el voluntarioso Martín Favelis y atrajo a varias figuras del mundillo del comic. Fue una conversación singular, sobre ojos azules, ni sobre el Domingo Rojo ni sobre Maese espada, sino por el detalle de que algunos andaluces tuviésemos los ojos de aquel color. Y se refería al amigo Miguel Ángel Alejo y a mi persona, que estábamos con él. Supongo que tenía la equivocada idea de que en el sur todos somos morenos, o vete a saber si era por otra cuestión, porque hay que fijarse mucho para darse cuenta del detalle. El caso es que yo aproveché, por deformación profesional, para hablarle de la migración de colonos alemanes a Andalucía en tiempos del rey Carlos III, y el caso de Sierra Morena, y que quizás tanto Alejo como yo tuviésemos sangre de alguno de aquellos, que bien podría ser fantasía mía, por no retrotraerme a los vikingos que fueron guardia de los califas de Córdoba y alguna más de esas. Y supongo que hablamos de otra película que el tiempo o la visión de la Alhambra, porque la teníamos en frente, al otro lado del Darro, borró de mi pensamiento.
viernes, 27 de junio de 2025
El arte es de risa
Hay una considerable parte del arte moderno que provoca risa, por lo ridículo. Es un fenómeno que se viene repitiendo los últimos siglos. Pero hay un considerable número de personas que lo contemplan con seriedad, hacen sesudos estudios, escriben críticas. Es una actitud equivocada. El mensaje real es cómico y hay que reivindicarlo, hay que carcajearse. Recuerdo a unos discípulos míos de raza calé a los que en cierta ocasión puse en clase un ejemplo de flamenco, un youtube, de un ballet celebérrimo que actuaba en New York. Cuando ellos vieron aquellas evoluciones en el escenario me preguntaron que qué es lo que hacían aquellos personajes allí. Les dije que bailaban flamenco. Y ellos se empezaron a carcajear como nunca antes los había visto. Entonces uno me puso un vídeo del móvil, en el que salía su madre bailando en la cocina, de su casa, supuse, sin apenas espacio, rodeada de familiares y parientes, al compás de palmas y requiebros, despeinada, descalza y con la ropa de andar por casa, que igual era la de ir por la calle. Esto es bailar flamenco, me dijo muy serio, con esa cara de perdonavidas que te ponen los gitanillos cuando llevan la razón. Y tuve que dársela. Y por eso reivindico que lo pretendidamente culto no es sino pose, vestido del emperador que va desnudo, y merecido objeto de burla y escarnio, como merece cualquier gobernante por divino que quieran venderlo.