No es nuevo en la Historia del Arte y la Arqueología que una pieza sea conocida desde el momento de su descubrimiento y para siempre por un asunto anecdótico o marginal.
El célebre mosaico de Cástulo parece apuntarse a esa costumbre.
El nombre por el que empieza a ser conocido responde a la presencia de unos rostros en cada una de las esquinas del rectángulo que forma el conjunto.
Son imágenes de jóvenes, idealizados,
de expresión seria pero con ojos muy expresivos. No se podría
asegurar a ciencia cierta si se trata de chicos o chicas. Poseen esa
ambigüedad propia de la edad. Uno de estos rostros aparece vestido
hasta el cuello, también encapuchado, el resto sólo se cubren un hombro.
Estos retratos se asemejan bastante a
los del mosaico de los atletas y las máscaras, de
Vienne, en Francia, que también aparecen en los vértices del
rentángulo. Pero el tema de esta obra es o parece ser el de los
atletas, los juegos, el teatro, quizás también los trabajos de
Hércules por la figura que aparece en el octógono central.
Volviendo al mosaico que nos ocupa.
Acompañando a los vértices, aparecen
unos semicírculos en los márgenes, dos en los lados más largos del
rectángulo y uno en los más cortos. En esta ocasión aparecen
representados amorcillos que dejando a un lado arco y carcaj, bien
capturan a una liebre por las patas de atrás u ofrecen uvas a un
pavo real o a una perdiz.
Hay otros motivos iconográficos en los
espacios que hay entre los dos grandes círculos centrales y los
semicírculos descritos. En ellos aparecen felinos como el tigre, el
león, una pantera o leona y varios herbívoros como un ciervo, un
jabalí y un caballo. Todos ellos a la carrera.
Existe en Túnez un mosaico llamado de
Neptuno, por ser este el protagonista del círculo
central, en cuyas esquinas aparecen unas figuras femeninas de cuerpo
entero. En un vértice una desnuda y en el opuesto otra vestida. En
las otras dos esquinas aparecen dos mujeres casi desnudas o casi
vestidas. A los lados de cada una de estas figuras parecen animales
salvajes como el león, la pantera y un jabalí, incluso un perro
doméstico. Y también imágenes de campesinos realizando tareas
agrícolas. También aparecen formas vegetales en torno a las
firguras descritas. En este caso parece que sí hay una clara alusión
al tema de las cuatro estaciones, pero lo que está claro es que no
es principal. El protagonismo es del dios del mar.
(Otro mosaico también tunecino es el de
Gaminedes. También aquí aparecen esas cuatro mujeres
de cuerpo entero rodeando el círculo donde aparece el joven.)
Es posible que tanto el mosaico de
Vienne como el de Cástulo hagan una alusión al asunto de las
estaciones, de una manera esquematizada. Pero evidentemente es un
asunto marginal. Como sucede también en los casos del de Neptuno o Gaminedes.
¿Cuál es en realidad el tema del
mosaico de Cástulo?
Es complicado porque en principio no tenemos uno
sino dos episodios mitológicos en el interior de dos círculos que
se disputan el centro del suelo.
Por un lado tenemos el episodio de la
manzana de la discordia. Paris, antes de ser reconocido como
príncipe de Troya, no es más que un humilde pastor al que le toca
elegir a la más bella de tres diosas, Hera, Atenea y Afrodita. En la
viñeta recibe de manos de Hermes el premio que debe otorgar. Su
decisión sellará el destino de la ciudad de Priamo, e incluso
repercutirá en la fundación de Roma.
El otro círculo nos proporciona la
historia del pastor Endimión siendo visitado mientras duerme por
Selene, la Luna, que se ha enamorado de él. La diosa le hace el amor
sin que se despierte. El de Endimión es un sueño eterno, petición
de Selene a Zeus para que su amante nunca muera. De la relación
nacieron 50 hijas.
También, en lugar de Selene, podría
tratarse de la diosa Artemisa o Diana, hermana de Apolo, relacionada
también con la Luna. Es posible que ambos mitos se confundan en uno
en este caso. La presencia de animales salvajes y de arcos quizás se
refieran a la diosa cazadora. Por otra parte, Diana está relacionada con los
primitivos cultos sanguinarios del bosque de Nemi próximo a Roma,
¿quizás otra alusión al origen de la ciudad?
Tenemos por tanto dos episodios de la
mitología donde el tema principal parece estar relacionado con la
belleza y el amor, y todo lo que ello acarrea para bien o para mal.
Pero interpretemos también algunos de
los episodios menores descritos con anterioridad.
Los amorcillos o cupidos que se ocupan
con aves y liebres también podrían ayudarnos en esa interpretación.
El amor y la caza, siempre tan anudados en los relatos de la
antigüedad y las costumbres de algunos pueblos primitivos. Pensemos
en el rapto como costumbre o ritual.
Sobre las aves que acompañan a Eros.
La perdiz vista en la antigüedad como una criatura de naturaleza
mudable, engañosa, como el amor. El pavo real, sin embargo, símbolo
de la inmortalidad, lo eterno. El ofrecimiento de unas uvas a ambos
debe de guardar alguna alusión a Dionisos, quizás al desenfreno y
la pasión.
La liebre es un animal que
tradicionalmente acompañaba a Hécate, diosa lunar afín a Artemis,
y se relaciona con la procreación.
Por tanto. Interpreto que existe una
clara alusión en esta pieza al Amor, al Amor sacro y al Amor
profano. Al que viene de la razón y al que surge del instinto, al
mundano y al divino.
Tal vez resulte esta una interpretación
más propia del siglo XV, de un erudito del Renacimiento, pero estoy
convencido de que el mosaico de Cástulo, por lo descrito, se refiere
al Amor, y por tanto como tal debería denominarse.