Extraordinario el trabajo gráfico
de Raúl Cáceres para el no menos sugestivo relato de Rafael Jiménez; me refiero
a La batalla de Simancas, el álbum de la editorial Cascaborra que ha visto la
luz recientemente. Hasta ahora la referencia obligada en la recreación del
medioevo peninsular eran los comics del inefable Hernández Palacios. Historietas
novedosas y arriesgadas por su estilo, color y narrativa, que vieron la luz a mediados
de los 70 del siglo pasado en la celebrada revista Trinca, un aperitivo de lo
que fue el boom de los cómics en la década posterior. El Cid, Roncesvalles, y
otras se convirtieron en referente obligado para nuevas obras no menos
ambiciosas, pero que no gozaron del prestigio de aquellas. Palacios era un
complicado rival por batir. Sin embargo, estoy convencido de que esta
recreación histórica originada por el genio y magnífico pincel de Raúlo no pasará
desapercibida y provocará un importante revulsivo respecto a lo que el cómic
aún puede ofrecer a la hora de retratar la historia. Es su estilo barroco y
detallista, violento y dinámico, el que se acomoda a inesperadas composiciones
de página, originales en cuanto al ritmo narrativo, que no da descanso al ojo
del lector y le obliga a gozar del poder de la imagen del conjunto, abigarrada
pero efectista. Es imposible no dejarse seducir por un arte tan singular e inesperado
en un terreno como es el histórico, de rutinas depuradas y clasicistas. La
representación de la etapa del Califato, sus protagonistas y escenarios, es tan
sugestiva como podría serlo la invasión de los hunos ejecutada por los artistas
del romanticismo, donde prima lo sensacionalista y chocante sobre lo racional y
equilibrado. Aunque, hay que reconocerlo, nada de lo que dibuja Raúlo obedece
al capricho y la casualidad sino al estudio y análisis detenido del proceso para
obtener el mejor resultado.
El único defecto que le encuentro
a la edición es el de que el álbum debiera haber tenido unos centímetros más,
de alto y ancho. Es un cómic que merece un formato más grande, para poder ser
apreciado como le corresponde. Y tampoco estaría de más mejorar la calidad de
la impresión en las futuras reediciones, que en ocasiones el blanco y negro se
convierte en blanco y gris. Por lo demás, una obra muy recomendable a la que
auguro un espacio significativo en la historia del cómic patrio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario