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domingo, 10 de marzo de 2024

El hombre invisible

He conseguido, después de muchos años de práctica, gozar de la invisibilidad. No fue tarea sencilla, pero con un poco de paciencia, hábitos y trucos, he conseguido que nadie repare en mi presencia. La idea de llevar a la práctica tal habilidad me la sugirió una película sobre las tribus del Amazonas que vi hace una eternidad, donde se mencionaba a la de “los hombres invisibles”. Eran estos individuos expertos en el camuflaje y difíciles de identificar en la selva, hasta tal punto de que muchos dudaban de su existencia. Admirado por su destreza decidí imitarlos y aplicarme para pasar desapercibido en esa otra jungla que es la de la civilización urbana. Observando y estudiando a mis semejantes he averiguado el modo de pasar desapercibido, incluso estando presente en reuniones de pocas personas, donde nadie me atiende, (bien es cierto que la práctica docente da mucha experiencia en estas lides). O cruzándome y caminado al lado de alguien conocido, sin que me perciba. Basta con adoptar una postura inusual al andar o poner una cara extraña. De esta manera he estado pegado como una sombra a quien no me imagina a su lado, sin decir ni mu. Con estas y otras artimañas que no desvelaré por aquí para no ser cazado, me he apartado lentamente de la vida pública y el ruido de fondo, y he disfrutado de la soledad, aunque no tanto como deseara. Estoy convencido de que con unos pocos años más de práctica muchos me olvidarán por completo o dudarán de mi existencia, y me tendrán por personaje imaginario, un duende o demonio. No deja de ser un atractivo futuro.


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