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miércoles, 3 de enero de 2024

Asunto de peleles

El jaleo que están armando por el asunto del pelele, que es una vieja costumbre, ancestral, que los gobernantes permitían para que el pueblo se desahogase. Rara es la aldea o villa de la geografía hispana que no tiene un monigote para apalear en las fiestas, una piñata para mayores, vamos. A bote pronto me viene a la cabeza el Peropalo extremeño, ese espantajo de paja al que apalean y decapitan, pero hay más. Tiene un libro el Ramón J. Sender que se titula Carolus Rex en donde se menciona el uso de estas figuras cuando la cosa se ponía fea para el hechizado rey Carlos II y su séquito, y había que apaciguar las aguas. O ahí está esa imagen dulce de Goya, rara en él, del manteo del pelele en la pradera de San Isidro u otra loma. Incluso en la representación de la pasión de  Cristo en Semana Santa hay cierto recreo en el escarnio de la divinidad, que no deja de ser una imagen de madera vapuleada.  Y es que hasta hace tres días no era extraño ver gente dando palos a estatuas de antiguos dictadores o figuras con corona, pero como parece que ahora hay que favorecer la convivencia en algunas provincias se va a acabar el cachondeo, nos van a civilizar.  Cualquier día se acaba ver arder un político en una falla, por ejemplo. Y es que no todo el mundo sabe digerir lo que significa estar en el poder, que es con todas sus consecuencias.


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