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jueves, 7 de noviembre de 2024

Apocalipsis en la Casa White

Lo que mola del retorno de Donald Trump a la Casa White es que parece hacerlo al son de las trompetas del Apocalipsis, aquellas que sonaban en las pelis religiosas de los años 50, americanas, que eran las del cinemascope, con Moisés con sus mandamientos al hombro o Jesús en cueros sin su túnica mágica. Ya hay gente frotándose las manos para después salir con aquello de "ya os lo dije" y otras chorradas por el estilo, cuando la cosa se ponga muy, muy fea, que igual ni se pone. Eso del fin del mundo lo lleva el género humano en el ADN y lo disfruta sacándolo a relucir cuando quiere llamar al orden, por lo pecadores que somos, o por lo fascistas. Existen apocalípticos en todas las ideologías y firmes creencias. Seguro que hay quien piensa que la culpa la tiene Errejón por su lubricidad patriarcal encubierta. Un viejo proverbio árabe, sin embargo, sostiene que el mundo se acaba cuando uno se muere, por lo que no debe preocuparse mucho al respecto de si vendrá o no algo después. En mi humilde opinión, Donald se ha metido por soberbia en un buen berenjenal. Los demócratas se van de vacaciones y dejan a los multimillonarios al frente de la nación, y de los grandes problemas del mundo mundial, que no tienen arreglo; aunque hay gente muy contenta porque se ha creído lo contrario. Lo interesante del tebeo éste es averiguar en unos meses quién va a ser el nuevo candidato demócrata, porque Donald está muy visto y ha empezado a perder glamour, al fin y al cabo, ha llegado donde quería y es probable que no sepa dónde ir ahora. Yo imagino que el nuevo opositor va a ser un tipo alto, fino, elegante, y formal, un figura, y probablemente homosexual. El glamour es importante, y Donal lo tuvo, pero no retuvo, se lo quedó Reagan.


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