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jueves, 5 de enero de 2023

Banderas y republicanos

No deja de sorprenderme, cuando tengo ocasión de enfrentarme a ello, que una parte considerable de la izquierda de este país haya hecho suya la bandera de la II República porque, al fin y al cabo, tanto ésta como el régimen que representaba fue una creación sobre todo de los liberales, supervivientes del régimen de la Restauración y la dictadura de Primo de Rivera, antimonárquicos en su mayoría, católicos o anticlericales, pero liberales al fin y al cabo: Niceto Alcalá Zamora (conservador), Alejandro Lerroux, (moderado), y Azaña (progresista), fueron los principales protagonistas del régimen liberal, repito, que echó a andar en el 31. Un régimen burgués en palabras del socialista Largo Caballero, (“república burguesa”). Bien es cierto que al estallar el conflicto del 36 parte de la izquierda, quizás por una cuestión estratégica, (como denuncia Clara Campoamor en La revolución vista por una republicana), manifestó su propósito de defender el sistema. Pero no es menos cierto que otros grupos, más coherentes con sus principios, preferían hacer la revolución, es decir, cambiarlo por otro sin clases sociales. El caso es que, al finalizar la Guerra, y en especial la II Guerra Mundial, el retorno a España de viejas figuras del republicanismo liberal fue una constante. Quizás el más sonado fue el de Ortega y Gasset en el 45, fecha temprana para esperar tal proceso que desde ese momento fue in crescendo. Por lo que se puede deducir que aquellos liberales no terminaron muy contentos con la experiencia democrática.

Por eso me resulta una paradoja que aquellos que defienden una sociedad sin clases prefieran la tricolor a la bandera roja, u otra, a menos que renuncien en parte, como hizo Carrillo, a sus ideas originales.



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