A García Lorca le gustaban los toros, sobre todo los toreros. Si uno tiene un amigo torero va a verlo torear en la plaza, a las cinco de la tarde, entre el gentío y al sol si no tienes de sombra. Si conoces al torero, también conoces a quiénes le acompañan, es decir a la gente del toro. No es raro, por tanto, que compartas unas cañas con ellos y hagas unas verónicas con la chaqueta llevado por el entusiasmo y arropado por olés. Alberti quiso hacer el paseíllo con la cuadrilla de Ignacio una tarde, las cinco serían, y pasó por uno de ellos. Del mismo modo, en el homenaje a Góngora, Ignacio asomó y recitó unos sonetos, porque le gustaba y pagaba la gracia. Por lo que puede deducirse, sin ánimo de ofender, que el trato entre toreros y poetas andaluces era frecuente y estrecho. Federico tuvo que conocer bien a Ignacio Sánchez para dedicarle tres poemas, a las cinco de la tarde, porque tú no le haces eso a un cualquiera sino a una persona que admiras mucho o te importa más. De Ignacio dicen que también era poeta, y que ambos se juntaban a cambiarse versos. Pero ahora está feo contarlo, por lo de los toros. Por lo de José Antonio ni te cuento.
Seguidores
jueves, 19 de enero de 2023
Llanto por Ignacio
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario