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jueves, 19 de enero de 2023

Llanto por Ignacio

A García Lorca le gustaban los toros, sobre todo los toreros. Si uno tiene un amigo torero va a verlo torear en la plaza, a las cinco de la tarde, entre el gentío y al sol si no tienes de sombra. Si conoces al torero, también conoces a quiénes le acompañan, es decir a la gente del toro. No es raro, por tanto, que compartas unas cañas con ellos y hagas unas verónicas con la chaqueta llevado por el entusiasmo y arropado por olés. Alberti quiso hacer el paseíllo con la cuadrilla de Ignacio una tarde, las cinco serían, y pasó por uno de ellos. Del mismo modo, en el homenaje a Góngora, Ignacio asomó y recitó unos sonetos, porque le gustaba y pagaba la gracia. Por lo que puede deducirse, sin ánimo de ofender, que el trato entre toreros y poetas andaluces era frecuente y estrecho. Federico tuvo que conocer bien a Ignacio Sánchez para dedicarle tres poemas, a las cinco de la tarde, porque tú no le haces eso a un cualquiera sino a una persona que admiras mucho o te importa más. De Ignacio dicen que también era poeta, y que ambos se juntaban a cambiarse versos. Pero ahora está feo contarlo, por lo de los toros. Por lo de José Antonio ni te cuento.



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