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jueves, 8 de agosto de 2024

El primo hipnotizador

Leyendo una de Poirot, el de Agatha Christie, donde sale un hipnotizador, me viene a la memoria el día que mi primo Miguel Ángel quiso hipnotizar a mi tía Angelita. Yo creo que no tendría más de 8 o 9 años. Influido por la moda de la tele de entonces, en la que proliferaban estos prestidigitadores incluso en la sopa, estuvo una temporada hipnotizando a todo el que se le ponía a tiro, con especial éxito entre insectos, reptiles, pequeños roedores y perros de compañía. Un día cazó un grillo y lo bautizó con el nombre de Starsky, para siempre quedaron unidos. La sesión se inició con unas risas tontas que en nada ayudaban al proceso. Tuvo que mediar mi abuela Visi, (estábamos en el salón de su casa, la luz era tenue), para que nos lo tomásemos en serio. El primo sufría con nuestra falta de fe en sus poderes, se quitó las gruesas gafas y empezó a frotarse los ojos, que era señal de que le venía un ataque de alergia, yo creo que por la frustración. El caso es que la situación se recompuso y nos sumergimos en la magia del momento, creo que nos hipnotizó a todos. Después de sentar a mi tía en una silla, que rodeamos todos los sobrinos, aparentemente la durmió. Supongo que ella puso de su parte. No recuerdo, por ser mucho el tiempo pasado, qué cosas le estuvo preguntado, a las que ella respondía como en trance. La más llamativa, que se me quedó grabada en la memoria, fue la respuesta a la pregunta” ¿cómo te sientes?”, y ella respondió “materia”. La sesión transcurrió por nuestra parte en el más absoluto silencio, sin terminar de creer si lo que pasaba era o no cierto, pero muy atentos a la escena. Por fin, mi primo le dijo que despertase y acabó la magia. Desde aquel día no voy a decir que creyese en los poderes de mi primo, pero sí que siempre tuvo un carisma especial, era una caja de sorpresas, un fabricante de juegos.

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