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sábado, 24 de agosto de 2024

Avituallamiento vacacional

Por costumbre tenía mi abuela llenarnos el coche de comida cuando retornábamos a Madrid, al final de las vacaciones. Era un ir y venir de la cocina al maletero cargada de viandas hasta quedarse más o menos satisfecha, imaginando que el viaje era uno de los de Marco Polo, supongo, y no faltarían provisiones. De este modo se llenaba el coche de tortas y ochíos, melones y uvas, tripas de chorizo y morcilla, jamón y queso. He de reconocer que era más nutritiva la vuelta que la ida. El rumiar después todo aquello nos permitía acordarnos de ella hasta la próxima; por desgracia ya sólo podemos saborear el recuerdo, que siempre nos sabe a poco.


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