Seguidores

miércoles, 25 de octubre de 2023

Bartolo, el hombre-mono

Para historia triste la del chimpancé del zoo de Córdoba. Era conocido por el nombre de Bartolo. Aquel hombre peludo, y lo llamo así porque era humano, murió en 1998 de un infarto. Repetía a diario sus excesos de ira cuando acudían los visitantes a ver sus monerías, siendo estos más ridículos en sus gestos que él en su protesta tras la reja. No era un espectáculo agradable. El distinguido público se recreaba en su desgracia, lo rodeaba e inquiría con burlas. Las condiciones de la prisión de Bartolo no le permitían refugiarse donde nadie pudiese verlo y sufría el acoso hasta desquiciarse y autolesionarse bajo una lluvia de risas.

Tuve ocasión de ver un día a Bartolo tomándose una Cocacola. Era temprano, cuando acababan de abrir el zoo y se repartía la comida a los animales. El guarda le había dejado una lata al otro lado de la reja, en un rasgo de curiosa complicidad. Sentado y apoyado en la pared de su celda, el simio alargaba su brazo peludo y se la llevaba a la boca para darle un trago. La bebía poquito a poco, recreándose en cada sorbo. Su mirada se perdía en el infinito, creo que era consciente de que eran los últimos minutos de tregua antes de padecer su suplicio diario, una condena mitológica como la que sufrió cualquier condenado griego. Al verlo en aquella actitud tan humana lamenté más que nunca su suerte, comprendí lo absurdo de su cruel existencia, supe que jamás volvería a mirarlo a la cara, por vergüenza ajena.

Me pregunto muchas veces si la vida de Bartolo no era sino una alegoría de la nuestra, prisioneros de un cruel escenario del que no podemos escapar, actores frente a un público cruel e indiferente.


No hay comentarios: