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sábado, 7 de octubre de 2023

Mazinger Z

¿Has visto Mazinger?

Fue la frase más repetida aquel sábado por la tarde, 11 de marzo de 1978. Vino a colación de la emisión del segundo episodio de la serie de anime Mazinger Z en la tele de canal y medio que nos sacaba del tedio. El primero creó muchas expectativas, sobre todo preguntas indiscretas en casa, por el asunto de la singular naturaleza del barón Ashler, pero nadie podía imaginar lo que vendría a continuación. Una semana después el robot del doctor Kabuto, dirigido por su nieto Koji, acababa de cargarse a los dos brutos mecánicos del malvado doctor Infierno, (Garada K7 y GX-26r Doublas M), que estaban asolando Tokio, tras un desigual combate a vida o muerte. Garada imponía por su rostro macabro e impersonal, y unas afiladas hoces que lucía como astas de gorro vikingo. Doublas amenazaba con dos cabezas de ofidio de asalto impredecible, sus ojos fríos delataban la falta de sentimientos que caracterizan a la máquina asesina. Ambos quedaron a merced del robot justiciero al ritmo de tambores y trompetas con sonido de espagueti western. 

Así como acabó el episodio, cuando todavía no se habían levantado los manteles de la mesa y los postres eran relegados al olvido, salimos a la calle como disparados por una catapulta, la banda sonora nos daba alas para subir a lo más alto. La chiquillería, entusiasmada, se buscaba y gritaba a voces la misma pregunta: ¿Has visto Mazinger? Allí donde acostumbraba a jugar se arremolinó en melé para comentar la experiencia, narrar lo visto, interpretar la lucha, hacer el robot, dispararse unos rayos… Todavía estábamos rodeados de estallidos y piezas incandescentes de brutos mecánicos.

Desde aquel día las semanas se hicieron muy largas, la mañana del sábado ni te cuento. Todo era demasiado para poder disfrutar de veinte minutos de máquinas pendencieras y personajes pintorescos.

Con Mazinger nació el gusto por el manga. Nadie volvió a asociarlo con Heidi o Marco. Muchos fueron los que se aplicaron a dibujar historietas de robots. Mi hermano y yo nos pusimos a ello. De aquellas semanas de espera surgieron muchas cuartillas de combates y explosiones de plastidecor.

Después asomó Orzowei por la pantalla y de algún modo liquidaron nuestra infancia. Entonces no había progres en el gobierno, se llamaban de otra manera, pero hicieron el mismo daño.


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