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viernes, 6 de octubre de 2023

The band

Sí, fue en el 82, el día del estreno del Poltergeist en Córdoba, en el cine Isabel la Católica, el de la Plaza de la Puerta del Rincón, lo recuerdo perfectamente porque acababa de comprar la entrada para verla. Mi amigo José María y yo nos disponíamos a pasar una tarde de miedo entre las butacas de tan célebre auditorio. Mucho me había costado armarme de valor para asistir a la proyección, porque no soy amante de las pelis de terror, ni antes ni ahora, y aunque no las tenía todas conmigo había decidido no quedarme atrás.  A la cita debían acudir otros amigos, pero no llegaban. Crecía mi arrepentimiento, sabía que aquella tarde me impediría conciliar el sueño varias semanas y envidiaba a los que no asomaban. Pero lo hicieron, cuando más concurrida estaba la escalinata de acceso y todo el mundo aspiraba a cruzar la puerta. Rápidamente les increpamos para que corriesen a comprar los tiques, pero traían una nueva propuesta. Por alguna extraña razón sus ojos brillaban de entusiasmo, que nos confesaron. Habían decido formar un grupo de música. Manolo se ofrecía a tocar la guitarra y Fermín la batería, sin tenerla. Jesús y Rafa también se mostraban dispuestos, aunque no especificaron para qué. Era un asunto urgente que había que tratar de inmediato, se estaba gestando La Movida, los grupos musicales surgían por doquier como las setas del bosque en los otoños de antaño. Contagiados por la novedad, y en mi caso satisfecho por librarme de pasar un mal rato, nos sumamos a la reventa y recuperamos nuestro dinero sin sacarle rentabilidad al cambio. De allí nos marchamos tan campantes a montar la banda. Fue fantástico recorrer la calle Alfaros haciendo proyectos, ya nos imaginábamos en ruta por todos los escenarios de la geografía de España; chasqueábamos los dedos, nos marcábamos un swing, entonábamos melodías y letras de Bloque y Leño, y agitábamos las greñas mientras simulábamos tocar el bajo, los platillos, la caja o el bombo. Menuda marcha.

El caso es que, no acabo de comprender por qué, así como entramos en la judería y bajamos al parque de las manos, Plaza de los Santos Mártires, el tema era ya otro y el grupo se había disuelto antes de ponerse un nombre siquiera. Los sueños entonces eran efímeros o menos persistentes.

Muchas veces rememoro con simpatía el día y el dato, y fantaseo con lo que hubiese pasado si aquel propósito hubiese llegado a buen puerto. También me pregunto si la película me hubiese gustado o no, la verdad es que no me he preocupado de verla después. Confieso que a falta de guitarra yo en casa tocaba una raqueta. Cualquier día os doy un concierto.


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