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jueves, 6 de abril de 2023

La loquita de Cruz Conde

Su área de acción era la calle Cruz Conde, pero también podías encontrarla en las escaleras automáticas del Corte Inglés o en sus alrededores. Recorría a diario esas avenidas de Córdoba, no importaba la hora siendo de día, pegada a los escaparates. Su gracia consistía en simular desmayos y agarrarse al brazo del incauto o la inocente que le salía al paso. Aunque mucha gente la conocía por sus travesuras y la esquivaba, siempre tropezaba con alguna nueva víctima que la sujetaba, o con aquellos que aun conociendo su mal no la veían llegar. Tenía predilección por la gente joven, que por educación o vergüenza no sabían espantarla.

Era menuda y delgada, poquita cosa, pero inquieta como rabo de lagartija, sin poder asegurar que obrase así por efecto del café o que fuese su naturaleza. Fuerte, y lo notabas cuando se aferraba tu brazo. Creo que frisaba los 60, que suena más cervantino. El suyo era rubio y lo lucía corto, ensortijado. Simulaba el mareo con gracia y te las daba con una sonrisa. Sabíamos que estaba loquita, pero le seguíamos el juego. En ocasiones se la veía lúcida y parecía otra, el semblante serio, porque la calle estaba vacía. En cuanto que se llenaba corría a buscar un apoyo.

Ahora su calle favorita está llena de gente que va y viene, ya no pasan coches, pero a ella hace muchos años que no la vemos.



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