Por ser el día del libro y todas esas zarandajas que nos cuentan al respecto para rascarnos el bolsillo, ese desfile de vedettes y fenicios, sugiero gastar el contante y sonante en algo más práctico que es un buen plumero, porque hay que ver el polvo que cogen estos ladrillos de papel y tinta, refugio de hambrientos pececillos de plata y minúsculos ácaros.
Con el tiempo, por mucho que nos mientan respecto a lo ricos que nos hacen, se convierten en basura, no hay más que recorrerse las tiendas de oportunidades para verlos formando mugrientas columnas salomónicas o tirados por el suelo, y comprobar así, sin tanta publicidad, su poco o escaso valor. Recogerlos y adoptarlos es parte del llamado, (mal llamado), síndrome de Diógenes, que padezco. En ocasiones contemplo las paredes de mi casa y pienso en la sobrina y el ama de Don Quijote. Mujeres sabias.
Seguidores
domingo, 23 de abril de 2023
Eso de los libros
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario