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domingo, 26 de marzo de 2023

Tardes de lectura

Hay tardes que son literarias. Hay algo que invita a leer un libro, o varios. A la mente te vienen los buenos ratos que pasaste con algunos en esas horas. Y te entran ganas de repetir. Tomas uno al azar, no necesariamente de los favoritos, te buscas un rincón al sol y, sin necesidad de gafas de cerca, lo abres por donde sea y empiezas a leer por cualquier línea. Descubres entonces que no te suena de nada, pero sigues adelante, a ver si te conduce al lugar que guardabas en la memoria, al hilo que conduce a la madeja. Después de varios tanteos a oscuras, tropiezas con una frase, un párrafo, una anécdota, que no es exactamente la que recordabas, pero te pone en la pista. Después descubres que te lleva a otra parte, que hay otros detalles, pequeños matices, una curiosa errata y, al final, perdido en un laberinto, concluyes que le debes otra lectura, que aquel libro que leíste ya no existe, que el bueno es el que tienes en las manos, o que no lo era tanto como imaginabas. Hay libros que merecen una, dos, tres y hasta cuatro lecturas, digamos cinco, porque son muchos los caminos a los que conducen. Incluso aquellos que sólo merecen una nos permiten viajar a escenarios imposibles o a los infiernos del arte, y también es bueno perderse en ellos.


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