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jueves, 10 de agosto de 2023

Con España por escudo

Mi amigo Manuel Alonso gustaba de ponerse casi a diario unos pantalones vaqueros muy viejos, de esos que han perdido el color, andan deshilachados y, en definitiva, están muy gastados. Le había tomado mucho cariño a la prenda, eran como su segunda piel, tanto que se sentía incapaz de tolerar otros, aunque fuesen también tejanos; no se sentía el mismo si lo hacía. Pero llegó el día, inevitable, que fue necesario hacerle un apaño en la zona de la entrepierna, por ser esta la que con el andar sufre mucho el roce y se gasta antes, pues al sentarse dejaba expuesto el paquete, en ocasiones vestido de singulares adornos de los que se estilaban antes, muñequitos y esas mariconadas, y que invitaban a burla. Tuvo la feliz ocurrencia, mi amigo Alonso, por no tener otra cosa más a mano, o quizás gana de venganza contra los chistosos, de usar como parche un escudo de España, no sé si sacado de una camiseta de la selección española o de algún uniforme del ejército, porque entonces la mili era obligatoria. Y así lo hizo, generando contrapuestas opiniones y elucubraciones diversas al respecto, cuando, abierto de piernas, lo dejaba expuesto. De este modo algunos lo tomaban por patriota - “lleva España hasta en los huevos”-, y otros por revolucionario - “Está de España hasta los cojones”-. Y con esta curiosa actitud contestataria exponía sus adornados argumentos todas las tardes en la esquina de Deanes y Manríquez, que era donde nos sentábamos por las tardes a tomar unas litronas y respirar el humo de los porrillos que nos llegaba de la mezquita.


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