Hace tanto tiempo que ya no sé si fue con motivo de alguna de las jornadas del cómic de Córdoba o pura casualidad. Lo cierto es que un grupo de tebeonautas tropezamos una tarde con Moebius, a la altura más o menos del entonces nuevo ayuntamiento, y no sé cómo ni por qué razón terminamos sentados en el suelo de la plaza Séneca, junto al pilón, en animada charla o tertulia, algo que, por otra parte, era frecuente entre la juventud. Sí recuerdo que estaba reciente el éxito de Akira, porque en la conversación que tuvimos con el maestro nos comentó que preparaba un comic con un dibujante japonés y nosotros le preguntamos por Otomo, nos indicó que ojalá, pero que era con otro.
De que el encuentro se produjo más o menos donde digo podría respaldarlo Rafa Rueda, porque nos cruzamos con él a la altura de San Pablo, cuyas gradas tal vez fueron las del teatro romano, y yo le dije muy bajito “es Moebius”, aunque él ya lo había reconocido, pero no se vino porque tendría que maquetar algún anuncio, aunque nos siguió con los ojos.
Me parece que a Moebius le acompañaba su mujer y un niño pequeño, pero igual es un angelito de mi imaginación. Se despidieron, alegando ella cansancio y ganas de refugiarse en el hotel, (¿Alfaros?), y él se acomodó a nuestro grupo. Nosotros no éramos más de cuatro o cinco, creo que uno era José Ramón, e intuyo que también estaban Javi Fernández o Rafa de la Haba, tal vez Galadí, o no. Quizás pueda corregirme alguno de ellos, es necesario llenar los toneles vacíos del pasado con algunas cervezas, de cuando en cuando, o los rellenaré yo de fantasía que es mi mayor pecado.
Como queda dicho, terminamos en la plaza mentada y nos sentamos en cuclillas formando un corro sobre el mosaico de chinos que adorna el firme, al abrigo de la estatua del togado sin cabeza que preside la fuente, que igual no era Séneca sino un Pompeyano cualquiera.
Moebius resultaba algo inexpresivo en cuanto a gestos, pero hablaba muy bien en castellano. Se había criado en México, nos confesó, y se sentía algo confundido porque Córdoba le recordaba mucho a aquello.
La conversación derivó a Estela Plateada y las colaboraciones con Marvel. Yo hubiese preferido hacerlo de Blueberry, pero el que tenía delante ya no era Giraud sino Moebius y preferí respetar su pasado. El caso es que terminamos hablando de chamanes, creo que por sus colaboraciones con Jodorowsky. Cuando estimó oportuno decidió que debíamos separarnos. Como no éramos cansinos aceptamos su deseo y nos despedimos. Nos sentimos muy agradecidos por el rato y un dibujo que nos hizo, que se terminaría convirtiendo en el logo de la asociación. Desapareció por Ambrosio de Morales y supongo que nosotros lo hicimos por San Eulogio, bien para bajar al Potro o desviarnos a la Plaza de la Almagra, asilo de comiqueros y botones.
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