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domingo, 21 de mayo de 2023

Reencuentros fugaces

 

En ocasiones te encuentras con gente que te conoce, o que te conoció, con la que compartiste horas, le dedicaste tiempo y, a veces, te robó sueño, pero que no recuerdas. Y no fue por unos dibujos ni por unos escritos, ni por el montaje de una exposición, ni siquiera por la tertulia de una mañana en la terraza de un bar, sino porque le diste la brasa con apuntes, mapas y amenazas en un aula. Son cosas que, siempre, pasaron hace una eternidad y de cuando en cuando te devuelve el mar de la vida en una ola que te salpica y te deja empapado. Viene entonces un ejercicio de memoria, en el que buceas y buceas a ver si vislumbras en las profundidades del recuerdo el retrato de la persona que te habla. Pero sin éxito la mayoría de las veces. La excusa viene a ser siempre la misma: han sido muchas caras después de tantos años. Además, pero eso no lo dices, su cara era otra, por lo que el ejercicio es más complejo. En cierto modo, al que te interpela le sucede lo mismo, el recuerdo es vago y arriesga cuando pregunta si eres aquel. Al final, tras evocar jirones de pasadas vivencias, la despedida es siempre cordial, pero en el alma queda un amargo vacío.


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