Ninjas y samurais. Siempre fueron, y son, para mi un misterio las alpargatas que gastan. Esos saltos, esas piruetas, esos traspiés... Están por encima de los límites de la gravedad. ¿Alguna zapatilla deportiva, por ventura, tiene esas propiedades? No, sin duda. Ni las de cámara de aire, y mucho menos el zapatófono, antecedente del móvil. He de confesar que yo gasto unas. Para andar por casa básicamente. Sólo me las pongo para salir a la calle cuando saco la basura de madrugada. Hay quien afirma que a esas horas ha visto rondar por el barrio a un volatinero saltarín. Yo no me he cruzado con el jamás, y eso que salto y me encaramo por balcones y cornisas por si lo sorprendo. Cualquier noche me llevo la Katana por si acaso, hay mucho chalao por ahí suelto.
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