Esopo es ese personaje semilegendario de mediados del siglo VI a. C. que hacen autor de numerosas fábulas, ya celebradas en el pasado por sabios como Sócrates o Heródoto. Pero Esopo es también el nombre del protagonista de Vida de Esopo, un librito de autor anónimo que poseemos gracias a un manuscrito bizantino del siglo X, que narra las desventuras de un esclavo del mismo nombre y recuerda a las de los pícaros españoles del XVII. Pero no sólo eso, sino que la relación del esclavo y su amo Janto, que es un filósofo, parece un antecedente de la que existía entre Sancho y Don Quijote. Y, por supuesto, es inevitable no establecer comparación entre Esopo y el Mulá Nasrudín, figura mítica de la sabiduría sufí.
Para muchos las novelas de la antigüedad deben ser protagonizadas por celebrados conquistadores y guerreros, y ser pródigas en batallitas. En mi caso prefiero las que narran la vida de la gente del común, ignorada y marginada. Mis maestros son Luciano de Samósata y Apuleyo, y son hallazgos como el que describo los que me alientan a seguir en la misma línea.
"-¿Me puedes explicar por qué razón miramos a menudo nuestra propia mierda cuando cagamos? - preguntó Janto a su esclavo.
-Porque antiguamente hubo un hijo de un rey que por molicie y placer se pasaba todo el tiempo cagando, hasta que un día no se dio cuenta y cagó su propio seso. Desde entonces los hombres, por miedo, cuando cagan se miran para que no les pase lo mismo .- respondió Esopo, y añadió:
- Mas tú no te preocupes por eso, mi amo. No vas a cagar los sesos porque no los tienes."
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