Eran cuatro amigos de Manchester. Un día decidieron agarrar unas guitarras y una vieja batería que un hermano de una de sus madres, un tío, guardaba en un garaje. Empezaron a juntarse todas las tardes y a hacer ruidosa la hora del té. Entusiasmo no les faltaba y pusieron mucha energía en cantarle a todo el mundo lo bonito que es el amor y otras lindezas por el estilo. Los escuchó cantar un gay que decía ser mánager y les ofreció unas giras por toda Inglaterra. Su ritmo fue pronto conocido y rara era la que no suspiraba con sus voces. De ahí a Norteamérica y a hacerse más famosos que Jesucristo.
Pero por aporrear tanto las guitarras se terminaron rompiendo las cuerdas.
Luego apareció otro cuarteto de su pueblo, o de otro, con más tirón y hoy nadie se acuerda de los BITS.
Y sonaban bien.
No hay comentarios:
Publicar un comentario