Hoy me he despertado con la novedad de que, por el asunto de la feria, han habilitado un espacio para el mercadillo junto al instituto. Unos primos descargaban cajas de una camioneta y otros levantaban unos toldillos. <<Niña, niña >> gritaban unas payas. Nunca había visto tanto ambiente en el barrio. Hoy tienen mis pupilos un atractivo argumento para saltarse unas clases. El caso es que cuando he llegado al Centro la mayoría hacía cola en la puerta de secretaría para justificar la huelga que hay convocada mañana.
- ¿Huelga de qué? - pregunto a uno de mis entrañables repetidores, al que ya considero de la familia y, para más inri, lleva mi nombre y apellido.
- No sé.
Allí lo he dejado y he salido a comprar un melón a unos moros. ¿A quién le asusta el fin del mundo?
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