Pedro era un hombre de edad, nacido en algún lugar cerca de Amiens. Había intentado, quizá, peregrinar a Jerusalén años atrás, pero, maltratado por los turcos, habría tenido que regresar. Sus contemporáneos le conocían por el "pequeño Pedro"- chtou o kiokio, en el dialecto picardo-; pero, más tarde, el hábito de eremita que solía llevar siempre le dio el sobrenombre de "el Ermitaño", con el que se le conoce en la Historia. Era hombre de poca estatura, de tez morena, de rostro alargado, magro, terriblemente parecido al burro que montaba siempre y que las gentes reverenciaban casi tanto como al mismo ermitaño. Iba descalzo, y sus hábitos eran mugrientos. No comía ni pan ni carne, sino pescado, y bebía vino. A pesar de su aspecto humilde, tenía el poder de arrastrar a la gente. Había un nimbo de extraña autoridad en torno a él. "Cualquier cosa que decía o hacía -nos refiere Guilberto de Nogent, que le conoció personalmente- parecía algo semidivino".
Steven Runciman, Historia de las Cruzadas. Versión española de Germán Bleiberg.
3 comentarios:
Lo siento pero he detectado un pequeño error, te lo mando para que lo arrregles: "Iba descalzo, y sus hábitos eran mugrientos. No comía ni pan ni carne, sino descalzo, y sus hábitos eran mugrientos. No comía ni pan ni carne, sino pescado" como podrás observar esta repetido: "DESCALZO, Y SUS HÁBITOS ERAN MUGRIENTOS".
Besitos
Gracias. Arreglado. Esta visto que también hay duendes en este blog.
me ha servido de mucha ayuda
gracias
buen dia
(MADRID el 6-2 no nos desanimó)
Publicar un comentario