Mientras saludaba a Júpiter con sucesivas plegarias
-erguido, retrepado sobre la punta de sus pies-
en el Capitolio, se peyó Etonte.
Se rió la gente, pero el propio padre
de los dioses, ofendido, castigó
a su cliente a cenar tres noches seguidas en su casa.
Tras esta vergüenza, el pobrecillo Etonte,
cuando quiere acudir al Capitolio,
se dirige antes a los retretes Paterclianos
y se pee diez y veinte veces.
Pero, por más precauciones que tome ventoseando,
saluda a Júpiter apretando las nalgas.
MARCIAL, (traducción de Fernández Valverde).
Así era, así escribía el inefable Marcial.
Marco Valerio Marcial, nació en Bilbilis, en la provincia Tarraconense entre los años 38-41 d. C.
En su juventud viajó hasta Roma, amparado por la familia cordobesa de los Aneos, deseoso de labrarse un futuro como escritor en la corte de Nerón. Pero no fue hasta el tiempo de los césares Tito y Domiciano cuando alcanzó una enorme popularidad.
Marcial se consagró al desarrollo de los epigramas, unas veces en honor de los césares y otras satirizando a personajes de su época. Los más singulares son estos últimos que se caracterizan por su brevedad, su obscenidad y la sátira.
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