En 1915 John Marshall, comisionado del museo en Italia, adquirió una extraordinaria terracota que representaba a un viejo guerrero estrusco. Años más tarde consiguió otra pieza, una cabeza con casco que por sus dimensiones debió pertenecer a una estatua colosal. Finalmente vinieron a sus manos los fragmentos de otra estatua de gran tamaño que pudo ser restaurada casi en su totalidad.
En 1933 fueron expuestas por primera vez al público, y aunque surgieron algunas voces discordantes que dudaban de su autenticidad no fueron retiradas. Habría que esperar hasta 1961 a que uno de los autores de las mismas declarase que eran obra suya. Alfredo Fioravanti, único superviviente de una banda de falsificadores compuesta por él y los hermanos Teodoro y Virgilio Angelino Ricardo Riccardi, demostró su autoría enseñando un dedo de una de las estatuas que conservaba como recuerdo desde que las modeló siendo mozo.
Aquí en España también se han dado casos de falsificaciones arqueológicas. Uno de los más llamativos es el del relojero de Yecla, Albacete. Este sujeto se dedicó a fabricar copias de las estatuillas del Cerro de los Santos adornándolas con signos gnósticos. Algunas colaron, otras dieron el cante. Finalmente el artista fue descubierto.
En 1995, el profesor de Historia del Arte de la Universidad de Nuevo México, John Moffitt, escribió un libro titulado " La falsificación en el Arte: el caso de la Dama de Elche". Este investigador sostenía que el famoso busto descubierto en 1897 en La Alcudia, Alicante, era una falsificación decimonónica.
El escrito generó una gran polémica. El estudio de Moffitt planteaba unas dudas razonables sobre la autenticidad de la Dama, no era el análisis de un indocumentado como quisieron presentarlo en España. A raíz de sus argumentos, algunos profesores españoles sugirieron entonces la posibilidad de practicar a la figura pruebas que confirmaran la autenticidad puesta en tela de juicio.
José María Blázquez Martínez, reputado historiador y miembro de la Real Academia de la Historia, escribió en febrero de 2006 un breve artículo titulado "Cuatro razones por las que es indefendible la tesis de J. F. Moffitt sobre la modernidad de la Dama de Elche", donde volvía a la carga. En mi modesta opinión, este sabio subestima a los falsificadores. Y con esto no quiero decir que la Dama no pueda ser auténtica.
El estudio sobre la pigmentación presente en la estatua, realizado recientemente por el equipo de Mª Pilar Luxán del CSIC, parece confirmar su antigüedad.
Pese a todo, yo creo que hay polémica para rato. Esto de la Dama de Elche me recuerda a lo de la Sábana Santa de Turín.
"Una mentira repetida adecuadamente mil veces se convierte en una verdad", dijo Goebbels, y este sí que sabía de mentiras.
4 comentarios:
Y yo me pregunto: ¿Y la falsificación no es un arte?. Alguién capaz de copiar algo, hasta incluso mejorarlo, no es un artista?...
En mi modesta opinión, creo que también son artistas..., aunque quizás carentes de imaginación.
Así me gusta: opiniones, comentarios, polémica....a participar!!
Estoy totalmente deacuerdo con Isabel, ojala los expoliadores y coleccionistas se conformaran con copias en lugar de robar las autenticas, que como diria Indiana Jones "deberían estar en un mueso"
Yo soy un copita, lo copio todo, es más lo que copio me gusta.
Es cierto que lo original tiene un valor, pero a mi modesto parecer, no tiene tanto valor como muchas veces pagan por cuadros o fotografías únicas. Me explico, La Poetisa, yo lo voy a comprar y es una copia, si Mr. Tíscar tuviera que escribir un libro y solamente poder vender o regalar uno, se le iba a caer el pelo, ... ah!! pero si ya no tiene, ¿Habrá escrito más de un libro?
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