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sábado, 3 de abril de 2021

Carlos II




Cuenta la anécdota que el rey Carlos, el II o el pupas, el hechizado también, no acostumbraba a lavarse nunca, por lo que sus criados decían de él que criaba.

Un día se cruzó por un pasillo del palacio en el que vivía con su hermanastro Juan, el de Austria, que, consciente de la enfermedad que padecía, aspiraba al trono.

- Qué lástima que no cuidéis debidamente de ese hermoso cabello que tenéis, hermano.

Se marchó el rey preocupado por el comentario, dicen que murmurando mientras se alejaba.

- Este maldito don Juan no tiene piedad ni con los piojos.



 

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