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lunes, 25 de mayo de 2020

De otros tiempos.



Mister Robinson se pegó a la piedra, como el musgo, pero expuesto al sol, para calmar el dolor de huesos que lo martirizaba sin piedad.
Oteaba el horizonte de bella campiña, las suaves colinas, deseoso de ver asomar en lontananza a los temibles sajones armados hasta los dientes, para darle la oportunidad al rey Arturo de acudir y poner orden.
Pero ni los cuervos trazaban círculos en el cielo.
- No alcanzo a comprender cómo se las apañaron nuestros antepasado para levantar este pórtico - comentó el joven Pitt, comprobando la solidez de la mole pétrea como el que golpea el muslo de una fuerte aldeana.
- La ciencia, amigo - respondió Mister Robinson, con su voz cascada por el aguardiente, un brandy que quemaba como la lumbre -. Cuestión de ciencia.
- Probablemente gente muy sabia.
- Pero poco práctica, amigo. Y eso debió conducirles a la ruina, como queda de manifiesto si miras a tu alrededor.

J.F.P.R. Tales.



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