Norma tenía por norma no meterse en problemas. Pero aquel día sintió curiosidad por abrir la puerta que daba al ático de la casa de aquel simpático músico que tanto había insistido en que le hiciese una visita.
Nunca había tenido el mínimo interés por la música y mucho menos por los instrumentos de metal. Y después de descubrir de dónde venían aquellas melodías que día tras día había escuchado, se quedó muda para siempre. De esto se encargó el dueño de la casa, al fin y al cabo para eso la había invitado.
1 comentario:
Uy, pues yo creo que es una sala de tortura, pero no sé, se deja como en el aire.
Bonito ejemplo de flash fiction :)
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