Era la tumba del perro de Anubis tal y como le había avanzado aquel sueño tan raro que tuvo una noche indigesta. Después, la cosa fue fácil: bastó con seguir las instrucciones de la pesadilla y viajar hasta los montes de Aswan; encontrar la grieta que tragaba arena y excavar derechito hasta el sepulcro de granito. El caso es que había una parte del sueño que no recordaba... Pero probablemente también estuviese a punto de hacerse realidad.
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