Diana gustaba de bañarse desnuda en las lagunas más recónditas del más oscuro bosque, donde ningún ojo humano pudiese verla. En cierta ocasión el pastor Acteón la descubrió y miró más de lo que el respeto a una diosa exige. Diana lo convirtió en venado y lanzó a sus perros tras él, que lo descuartizaron sin piedad mientras ella nadaba con las ninfas.
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