Dicen las crónicas que el condestable don Álvaro de Luna no conquistó Granada porque los moros le regalaron una espuerta llena de higos. Y es que cada uno de ellos escondía una moneda de oro.
Dicen las canciones del vulgo que no fueron higos sino nabos, pues a don Álvaro nunca se le vio comer los primeros. Del oro no hablan.
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