Wamba era un visigodo que una noche se acostó rey y a otro día amaneció monje.
Parece ser que la nobleza le organizó un banquete y le puso algo fuerte en la bebida. En esto que el rey se quedó traspuesto y aprovecharon para ingresarlo en un monasterio, con tonsura y hábito. Y aunque el refrán dice lo contrario, lo cierto es que ya no recuperó su reino y como monje terminó sus días.
1 comentario:
Eres grande, Pérez.
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