El poeta Gabriel Celaya contaba que Federico García Lorca le presentó a José Antonio Primo de Rivera.
-Oye, ven aquí, te voy a presentar a José Antonio, vas a ver que es un tío muy simpático.
Eso fue una noche en el cabarete Casablanca de Madrid allá por el 34.
-¿Sabes que los viernes ceno con él?-. Le dijo. -Salimos en taxi con las cortinillas bajadas para que no nos vean juntos.
Coincidían todos los días en la sala de la Ballena Alegre, un sótano del café Lyon. Allí se leían poemas y se discutía mucho de arte y política. A José Antonio le gustaba rodearse de intelectuales.
Después vino la guerra, empezaron los tiros y se acabaron las tertulias. Desaparecieron los hombres de carne y hueso bajo la ola de la mitología bélica.