El poeta
Simónides de
Ceos fue llamado a la corte del príncipe tesalio
Escopas para componer un poema en su honor por una victoria atlética.
Cantó el vate al noble y lo comparó con los divinos Cástor y Polux, hijos de la bella Leda y Zeus, padre de los dioses.
Cuando el artista exigió su paga por la composición el homenajeado respondió que sólo pagaría una parte, pues el resto deberían de hacerlo los gemelos ya que el poema también iba dedicado a ellos.
Quedó perplejo Simónides y en esto que un criado le dio recado de que en la puerta le esperaban dos hermosos jóvenes. Salió a la calle y no vio a nadie. Y al volver al salón donde se celebraba el banquete, descubrió que el techo de éste se había hundido y todos los presentes habían muerto aplastados.
Así, librándolo de una muerte cierta, pagaron Cástor y Polux su parte del poema.