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miércoles, 4 de diciembre de 2024

El Imedio, que lo pegaba todo

Es el del pegamento Imedio un olor inolvidable de la etapa de la niñez de aquellos que pasamos la Transición en el aula. Creo que no había tardes más felices que aquellas en las que había algo que pegar, ya fuesen cromos o fotos, en el álbum o en el cuaderno del cole, por supuesto en las cartulinas que se convertían en mural, y no digamos para levantar los recortables, fuesen de castillos, granjas, o las maquetas de tanques y avionetas. En todos estos acontecimientos infantiles reinaba la paz, era como viajar al espacio infinito. El Imedio era transparente y pegaba muy rápido. Había otro que era el Supergen, grumoso y marrón. En el cole nos diferenciábamos por el pegamento. Los del Supergen era pocos, tenían fama de manazas, pero eran siempre bienvenidos porque el Imedio se gastaba rápido y había que pedirles del suyo. El pegamento Imedio presentaba varios formatos. El más económico, el pequeño, era el más usado, pero a veces alguien acudía con un bote enorme, y aquello se convertía en una fiesta. El bote, grande o chico, era semejante al de la pasta de dientes y en más de una ocasión se llevaba a la boca para comprobar si sabía igual de bien que olía, y sentías el fresquito horadarte la lengua, y lo mucho que picaba antes de convertirse en una masa plastificada. Para los botecillos del Imedio era necesario un alfiler, que servía para abrirlo o evitar que se saliese. También era útil para perforarlo y extraer hasta la última gota. Si no andabas con ojo, y agujereabas el bote sin querer, terminabas con pegamento por todas partes. El Imedio se secaba con facilidad y se convertía en una segunda piel entre los dedos de la mano, por lo que el despegarlo daba distracción para varias horas más. “Mamá me estoy despellejando”, le decías a tu madre que te reía la gracia o te daba un sopapo por gastar de esa manera tan tonta el pegamento. Ya digo que hay cosas que no se olvidan y en ocasiones echo en falta el Imedio, para viajar al pasado, que es como hacerlo al Edén.