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sábado, 4 de enero de 2025

Estampas irreverentes dan la campanada

La burla o escarnio de las imágenes cristianas no es algo nuevo, sino que se viene produciendo desde sus orígenes. Ahí está como ejemplo el célebre grafito de Alexámenos o Palatino, en el que se representa a Jesús crucificado con cabeza de asno. O los textos satíricos de Luciano de Samósata, cuando se ocupaba del falso profeta Peregrino. No es un fenómeno, por tanto, de los tiempos que corren y que afecte sólo a los católicos, sino a todos los cristianos desde antiguo. Por otra parte, al ocuparnos de los católicos, hemos de referir que, en muchas ocasiones, probablemente con alguna intención didáctica, también han recurrido a lo largo de su historia a la burla de su propia doctrina. Y de este modo hallamos en las pinturas y relieves de la arquitectura de sus templos, sobre todo medievales, muchos ejemplos irreverentes, poco respetuosos con la jerarquía y en los que incluso predomina lo pornográfico. Y si echamos un vistazo a la tradición oral, nos encontramos con lugares imaginarios donde Cristo dio tres voces o se ató las sandalias, por no referirnos a conocidos insultos y maldiciones que andan en boca de todos, o símiles castrenses referidos a la limpieza del fusil que vomitaban los sargentos y cabos en épocas no muy lejanas, frases que en nada perjudicaron a la fe de los cristianos viejos, pero parece que sí a los modernos.


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