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miércoles, 22 de septiembre de 2010

Lorenzo Goñi.


Uno de los dibujantes más fascinantes que animaron los sueños de mi infancia fue Lorenzo Goñi. Tuve la suerte de disfrutar de muchas de las ilustraciones de este artista de Beas de Segura, Jaén, cuando aprendía a leer.
Ahora se celebra en su pueblo de origen un concurso de humor gráfico en su honor:

Concurso.

Y para quien quiera sumergirse en su obra, pues las palabras sobran:

Obra.

Miss Ángela back.


Pese a la crisis Miss Ángela no baja sus honorarios.

Atentos al próximo Killer Toons.

martes, 14 de septiembre de 2010

La Cautiva.





– Apártate, mora bella,
apártate, mora linda,
que va a beber mi caballo
de esa agua cristalina.

– No soy mora, caballero,
que soy cristiana cautiva;
me cautivaron los moros
el día de Pascua Florida.

Las lágrimas de mis ojos
por mis mejillas corrían,
no me las pude secar
que amarrada me tenían.

– ¿Te quieres venir conmigo?
– Con usted, señor, me iría;
y estos pañales que lavo
¿en dónde los dejaría?

– Los malos al río abajo,
los buenos delante irían.
– Y mi honra caballero
¿en dónde la dejaría?

– Juro en la cruz de mi espada
que al pecho llevo ceñida
no hablarte una palabra
hasta los Montes de Oliva.

Ya llegaron a los montes,
suspiraba la cautiva.
– ¿Por qué lloras, mora bella,
por qué lloras, mora linda?

– Suspiro porque mi padre
a cazar aquí venía
y mi hermano don Bueso
en su compaña venía.

– ¡Válgame el Santo Cristo
y también las Tres Marías,
que pensé encontrar mujer
y encontré una hermana mía!


Romance popular.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Neuros, la horda de los licántropos.


Dice Heródoto en el libro IV, de los nueve que componen su historia, el dedicado a la musa Melpómene, que según le contaron en uno de sus viajes, los neuros eran un pueblo escita. Estos tuvieron que abandonar sus tierras porque sufrieron la invasión de un ejército de serpientes. Eran grandes hechiceros y tenían por costumbre convertirse durante unos días, una vez al año, en lobos. También afirma que la noticia no le pareció muy convincente. No obstante dejó por escrito aquello que le contaron.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Simónides de Ceos.



El poeta Simónides de Ceos fue llamado a la corte del príncipe tesalio Escopas para componer un poema en su honor por una victoria atlética.

Cantó el vate al noble y lo comparó con los divinos Cástor y Polux, hijos de la bella Leda y Zeus, padre de los dioses.

Cuando el artista exigió su paga por la composición el homenajeado respondió que sólo pagaría una parte, pues el resto deberían de hacerlo los gemelos ya que el poema también iba dedicado a ellos.

Quedó perplejo Simónides y en esto que un criado le dio recado de que en la puerta le esperaban dos hermosos jóvenes. Salió a la calle y no vio a nadie. Y al volver al salón donde se celebraba el banquete, descubrió que el techo de éste se había hundido y todos los presentes habían muerto aplastados.

Así, librándolo de una muerte cierta, pagaron Cástor y Polux su parte del poema.

Terry Jones, solo ante el peligro.

Terry Jones es uno de esos personajes de la América profunda que tanto nos gusta ver en las películas, armado de sus pistolas y la Biblia, pero de carne y hueso.
Este predicador protestante amenaza con quemar varios ejemplares del Corán públicamente el próximo 11 de septiembre, lo cual está armando bastante jaleo. Rápidamente han surgido voces de todo el espectro religioso y político condenando tal acto.
La verdad es que no sé a qué viene tanto escándalo. Los libros de carácter religioso se vienen quemando desde la antigüedad más remota. Era una práctica común entre los gobernantes del pasado cuando sometían a otra nación. Los romanos lo hacían, y más tarde cristianos y musulmanes también le tomaron gusto a eso del papel en llamas.
Quemar el Corán no es nada nuevo. En occidente fue práctica habitual durante los largos años del medievo e incluso en los albores de la Edad Moderna.
De todas formas lo que se quema es siempre una copia, copia de otra más antigua, de un original que se supone existió en un momento dado. Lo cierto es que el escrito original de Mahoma, si es que lo hubo, no se conserva. Hay mucha superstición en esto de defender un libro hasta la muerte que, por otra parte, era algo que ya hacían los judíos y sorprendía a los romanos. Al final la hipotética palabra de Dios se convierte en un fetiche.
Terry Jones es un fanático. También los hay cristianos. Lo raro es que hasta ahora no hubiesen asomado la cabeza con una formula tan medieval. Al final entre unos y otros nos van a demostrar que su Dios del amor disfruta con los combates de gladiadores. Y lo jodido es que el resto vamos a estar en la arena.




jueves, 2 de septiembre de 2010