Todos los años por estas fechas pasaban por la tele la peli de Mujercitas, la del 49, que se basaba en el libro homónimo de la escritora norteamericana Louisa May Alcott, de tal modo que se convirtió en algo tan inevitable como el Belén o el gordo de la lotería, todo parecía venir en el mismo paquete. La primer parte de la película gozaba de toda nuestra atención, pero en la que las mujercitas dejaban de serlo ya estábamos enredando por el pasillo. Luego estaba el comic de Joyas Literarias que contaba la misma historia, pero muy distinta y te hacías un lío muy grande. Había otro título que era Hombrecitos, de la misma autora, pero sin la misma gracia. De las cuatro hermanas las más interesantes eran Jo y Amy, la una por su imaginación y la otra por presumida. Jo era como Pipi Calzaslargas pero sin caballo con lunares, una compañera de juegos ideal, que luego se estropeaba con lo de hacerse maestra y esas cosas. Hubiese estado chulo tirarse unas bolas de nieve o disfrazarse para un teatro con ella, pero esas son películas que quedaron en nuestra imaginación.
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