Más gente que a la de Lolita Flores acudió a la boda de Celia Gámez, la célebre cupletista, allá por el 44; tanta que tuvieron que oficiarla en el madrileño campanario de San Jerónimo el Real. De nada sirvieron las amenazas de Millán Astray, el del rifirrafe con Unamuno en Salamanca, y padrino de la boda, con hacer intervenir a la legión para poner orden. Celia fue muy popular antes y después de la guerra, bisexuala confesa, tenía muchas seguidoras, que abarrotaron la iglesia para ver cómo daba el sí a un joven odontólogo. La novia se casó de negro por no herir sensibilidades, aunque nadie le tosía porque Millán y Paco eran uña y carne. Hay una historia del franquismo gay por contar, por aquello de la memoria, que destapa pero tapa.
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lunes, 30 de diciembre de 2024
La boda de Celia Gámez
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