De cuando la Guerra de las Galaxias, que salieron muchas otras películas de ficción, estaba Alien que se decantaba por el miedo, o ET con la historia del extraterrestre bueno, pero a mí me gustó especialmente la del Abismo Negro, aquella de Disney, porque, aunque modesta en diseños y efectos especiales, se parecía más a lo que yo siempre he entendido como Ciencia Ficción: el hombre, (ahora también se dice "y la mujer"), frente al misterio del infinito, el desafío de lo desconocido y el progreso de la técnica. No era un film que estuviese a la altura de 2001, sino que se asemejaba más a aquella de Forbidden Planet, la del Robby el robot y Leslie Nilsen cuando era galán y no cómico, y terminaba provocando un viaje a la metafísica con tantos caminos abiertos a la reflexión, haciéndonos recordar a un capitán Nemo que había cambiado el submarino por el carguero espacial. A ello ayudaba una banda sonora fantástica, de John Barry, que aún tarareo, que recuerda a otras de Willians, pero con su propio sello. La peli presentaba a unos robots, que lejos de carecer de sentimientos, se cabreaban y todo, rivalizando como jóvenes adolescentes. El choque entre Maximilian, el robot malo, y Vincent, el bueno, era fantástico. Este último parece hoy día un personaje sacado de los videojuegos de Super Mario, y creo que entonces, oscurecido por la personalidad de R2-D2, no fue valorado lo suficiente. Maximilian me recordaba a un oscuro caballero andante, enlatado en su armadura, un enemigo de don Quijote, puestos a imaginar, armado de cuchillas que giraban como molinos. No es ésta crítica sino reunión de sensaciones. Entre los actores, gigantes como Ernest Borgnine, que no hacía de cristiano, o Anthony Perkins, sin el esqueleto de su madre. Qué voy a decir de Robert Foster sino que era el gran secundario de las series de tv. ¿Y de la bella Yvette Mimieux? Por supuesto que me hice con el cómic, el de la editorial Montena. Tal vez sea una película valorada por pocos, pero que interioricé como mía, como viático para formar parte de un club secreto, el de aquellos que se asoman con curiosidad a la oscuridad absoluta y se dejan arrastrar al abismo.
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