Lo de Donald en Gaza suena a lo de Sofico en Estepona, aquel negocio inmobiliario perpetrado en la Costa del Sol, que salpicó de mierda al franquismo tardío, pero sin haber levantado el piso piloto de primeras, como entonces, sino reclamando inversiones sobre plano. A Benjamín ya le brillan los ojillos de los billetes que puede producir eso, igual saca para la solería del templo o tapar los boquetes del muro de las lamentaciones. Lo que va a ser todo un misterio es quien va a poner los ladrillos, porque sin palestinos que levanten las paredes no sé de dónde van a sacar a los currantes. Igual han pensado en los inmigrantes latinos que afean la frontera de los Unites Estates y, en vez de en Guantanamo, los acomodan bajo la Cúpula de la Roca y los ponen a hacer cemento. En fin, el caso es que el negocio está en marcha. Pero conviene mirar el lado bueno, igual con eso de levantar resorts de lujo sobre fosas comunes se le olvida lo de hacerse con Groenlandia, cerrar el canal de Panamá o cambiar el nombre del golfo de México. Claro que, también, puesto a inventar, se le puede ocurrir llamar al Mediterráneo, mar de Israel o algo por el estilo. A ver con qué sorprende ahora a Rusos y Ucranianos, es un mago sin chistera.
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