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miércoles, 26 de febrero de 2025

Santa Rusia a mordiscos

En la Rusia de los zares, y me refiero al período inmediato a la revolución bolchevique, existió una secta de religiosas que tenía por costumbre atacar a mordiscos a los monjes o sacerdotes, santones y curanderos, que consideraban reencarnación de Cristo, hasta hacerles sangre. Estas mujeres eran las ioannity, devotas empedernidas, que debieron de tomarse muy en serio lo de este es mi cuerpo y mi sangre, comed y bebed, que soltó Jesús en la última cena a sus discípulos. El santo padre Juan de Kronstadt sufrió en diversas ocasiones el arrebato místico de tales mujeres, por su edificante vida de servicio a las clases más menesterosas. Las amenazó en numerosas ocasiones con negarles la comunión si persistían en su sanguinaria costumbre, pero sin mucho éxito. A ellas se refirió en sus memorias el príncipe Yusúpov, que tenía tratos con el Demonio, según algunas.

martes, 25 de febrero de 2025

De cuando Boris Yeltsin pasó por Córdoba

Yo me acuerdo del día que Boris Yeltsin se pasó por Córdoba y se tomó unas copichuelas de amontillado con el entonces alcalde, el comunista Herminio Trigo, en una taberna de la judería, esa por donde solía perderse Hugo Pratt sin que nadie se enterase, con la excusa de las jornadas del cómic y el deseo de ocupar un patio de macetones con claveles. El diario Córdoba inmortalizó la escena. A Boris se le veía sentado a la mesa, coloradote y alegre, parecía un esquimal sin abrigo e iba muy mal peinado, pero a Herminio se le confundía con Tristón, el amigo triste del Leoncio el León, el de Hanna-Barbera, esa tristeza del Cordobés melancólico que mastica y acompaña de vino, y deja que se le derritan los ojos hasta el aburrimiento en la copa. Era de un contraste tremendo. Boris nos deleitaba entonces, lo sabíamos por la tele, en los conciertos de rock duro ruso, con unas danzas propias de oso de los cíngaros de Hungría, sin perder la chispa y las ganas de ganarse a los jóvenes que dieron la espalda al comunismo y se pirraban con guardar cola en el Mc Donald de la Plaza Roja para pillar un menú. También tocaba culos a las rusas culonas de su gabinete, y todos se partían de risa, incluidas ellas, porque entonces el comunismo, o lo que quedaba de él, era otra cosa. A Boris, por contra, le debemos la aparición de Putin, que lo puso a dedo. Sin duda un tropiezo. Es una pena que Boris no hubiese vivido unos años más, para marcarse unos bailes con Donald en la Super Bowl y reírnos después con la foto. Nos ha quedado la de Herminio, que es mu deprimente.


Lectores y tipos de

No sé exactamente en cuantos tipos se dividirán los lectores, (y lectoras, que sí), ni los criterios que se a asuman para hacerlo, que pueden ser desde el lugar donde se lee hasta el género que más gusta. El modo puede ser un buen patrón, también, ya puestos, el soporte. He de confesar que he tocado todos los palos, ahora teclas. Pero, para centrarnos, como lector pertenezco al de los muertos, es decir, que leo los de los que ya fallecieron hace mucho tiempo, o menos. Es bien cierto que hoy se publican muchos libros, pero no menos que los antiguos son más numerosos e interesantes, porque en su mayor parte pasaron o pasan un purgatorio, o esperan pasarlo, que algunos llegan más tarde. Es dramático, a ratos, alcanzar a comprender y a asimilar que muchas obras jamás las leeré, por cuestión de tiempo, y paciencia, y dinero. Eso también permite advertir de la inutilidad de intentarlo siquiera. Vendrá un día en que dejaré un libro sin terminar porque la Parca querrá fastidiarme y lamentablemente no conoceré su final. Pero para entonces, lo de la lectura habrá adquirido su verdadera importancia, que es más bien poca. Todo es vanidad.


lunes, 24 de febrero de 2025

El Yo Claudio de antaño

Yo me acuerdo del Yo Claudio que era la serie de romanos que pasaban por la tele cuando a Franco lo habían enterrado provisionalmente en El Valle. Mi abuela siempre se quejaba de lo malos que eran, porque le resultaban escandalosas sus formas y costumbres. A mi me chocaba lo maquillados que iban, los pelucones, y lo poco que salían a la calle. El actor que hacía de claudio, Derek George Jacobi, parecía más viejo entonces que en otras pelís de romanos más modernas. Es algo que no me quita el sueño pero me hace meditar. El argumento se basaba en las novelas de Robert Graves, sobre Claudio el dios y su esposa Mesalina, pero luego los guionistas añadían y retocaban lo que les parecía, que es lo que suele pasar con las adaptaciones. A mí me gustaron mucho las novelas, pero creo que ahora, si volviese a leerlas, no tanto. Yo me quedé atrancado en su Diosa Blanca y los tomacos de los mitos, porque daba la sensación de que perdía el norte y divagaba más allá de lo que la ciencia permite. Hubo una parodia de la serie que, si no me equivoco, interpretó, entre otros, Pepe da Rosa, en la que eran envenenados todos después de una bacanal. Desde entonces, he de confesar que miro los higos con recelo antes de llevármelos a la boca, no sé si estarán emponzoñados. Por uno de esos se fue Augusto a la tumba. Es una vergüenza como tienen el sepulcro en Roma.



domingo, 23 de febrero de 2025

Un perro llamado Cristo

Le había puesto a su perro Cristo de nombre, porque se lo encontró abandonado y muy martirizado por gente sin corazón. Matías el de la trompeta fue legionario y con ella se ayudaba para pedir limosna. El hallazgo de Cristo le libró de la soledad. Cuando gritaba Cristo, al principio, los que se cruzaban con él en la calle lo atribuían a cosa de su locura. Pero al descubrir que llamaba al can, unos se lo tomaron a risa y otros por la tremenda. Fue una beatona la primera en llamarlo al orden. Pero Matías se revolvió indignado por el atrevimiento.

- ¿No querrá que lo llame Judas o Herodes?.
Luego acudió una muy facha y le preguntó que por qué no lo había llamado Mahoma.
- Señora, que yo he peleado contra los moros, en la puerta de Melilla - se defendió.
No tardó en acudir el cura de la parroquia, en cuya puerta pedía, y le rogó que le cambiase el nombre por el de Lázaro.
- Es más apropiado - le dijo, amparado por la sotana. Pero Matías le soltó un trompetazo en la cara.
Cristo se meaba en la puerta de la iglesia y la ensuciaba cuando le venía el apretón. Correteaba entre los fieles cuando salían o entraban, provocando más de un tropiezo. A veces ladraba alto y no se escuchaba la homilía. Pero era el amigo de los niños y lamía la mano de los que lo acariciaban, que se habían salido con la excusa de hacerlo callar.
- Este perro no da más que escándalos, y es un peligro - protestaban algunos de los que no faltaban nunca al oficio, que ya lo confundían con el demonio.
A Cristo lo alimentaba Matías con el pan que le daban en el bar de enfrente, y en ocasiones le daba de beber vino de la botella que llevaba en el bolsillo de la guerrera. Entonces se le enredaban las patas y bailaba mejor al ritmo de la trompeta.
Un día acudieron los del ayuntamiento y se llevaron a Cristo, porque no estaba vacunado. Matías quiso marcharse con su amigo, pero no le dejaron. Se quedó muy solo y muy triste, dejó de tocar la trompeta.
Un día Matías desapareció de aquella puerta, poco después acudió otro pobre a calentar su escalón. La última vez que lo vieron en Córdoba tamborileaba un tambor por las Tendillas. De Cristo no volvió a saberse.

sábado, 22 de febrero de 2025

El urinario de los salesianos

A meaos olían y mucho los urinarios de los salesianos de Madrid, los que había en el patio, al fondo, lindando con la puerta por donde entraban los autobuses. Es una de las cosas que mejor y aún recuerdo de aquel colegio. Otras eran las horas de medios audiovisuales, la exposición anual de los misioneros o las visitas al salón de actos con motivo de alguna efeméride, esos partidos de gordos contra flacos, e incluso que allí hice la primera comunión disfrazado de marinero, con un silbato de los de verdad colgando del cuello, junto al crucifijo. Por cierto, que a la ceremonia acudió un compañero vestido de monje, el más original. Creo que siempre sospeche que aquellos servicios no los limpiaba nadie, porque invitaban a no asomarse, tal era la fetidez. Es posible que lo hiciesen con manguera, desde muy lejos. Tal vez era intencionado, para que nadie echase allí más tiempo que el que corresponde a una meada o un truño ligero. Así se evitaba el fumeteo o el riesgo de saltarse el sexto mandamiento. Pocas veces pisé yo aquel sitio, porque era insufrible, ya digo. Los Santos Padres de la Iglesia, u otros más tardíos, señalaban el tufo como uno de los más insufribles castigos del Infierno. Les daría la razón si no fuese porque nunca he pasado por allí, espero no hacerlo si el olor va a resultar como el de aquellos.


viernes, 21 de febrero de 2025

The Black Hole, el abismo negro

De cuando la Guerra de las Galaxias, que salieron muchas otras películas de ficción, estaba Alien que se decantaba por el miedo, o ET con la historia del extraterrestre bueno, pero a mí me gustó especialmente la del Abismo Negro, aquella de Disney, porque, aunque modesta en diseños y efectos especiales, se parecía más a lo que yo siempre he entendido como Ciencia Ficción: el hombre, (ahora también se dice "y la mujer"), frente al misterio del infinito, el desafío de lo desconocido y el progreso de la técnica. No era un film que estuviese a la altura de 2001, sino que se asemejaba más a aquella de Forbidden Planet, la del Robby el robot y Leslie Nilsen cuando era galán y no cómico, y terminaba provocando un viaje a la metafísica con tantos caminos abiertos a la reflexión, haciéndonos recordar a un capitán Nemo que había cambiado el submarino por el carguero espacial. A ello ayudaba una banda sonora fantástica, de John Barry, que aún tarareo, que recuerda a otras de Willians, pero con su propio sello. La peli presentaba a unos robots, que lejos de carecer de sentimientos, se cabreaban y todo, rivalizando como jóvenes adolescentes. El choque entre Maximilian, el robot malo, y Vincent, el bueno, era fantástico. Este último parece hoy día un personaje sacado de los videojuegos de Super Mario, y creo que entonces, oscurecido por la personalidad de R2-D2, no fue valorado lo suficiente. Maximilian me recordaba a un oscuro caballero andante, enlatado en su armadura, un enemigo de don Quijote, puestos a imaginar, armado de cuchillas que giraban como molinos. No es ésta crítica sino reunión de sensaciones. Entre los actores, gigantes como Ernest Borgnine, que no hacía de cristiano, o Anthony Perkins, sin el esqueleto de su madre. Qué voy a decir de Robert Foster sino que era el gran secundario de las series de tv. ¿Y de la bella Yvette Mimieux? Por supuesto que me hice con el cómic, el de la editorial Montena. Tal vez sea una película valorada por pocos, pero que interioricé como mía, como viático para formar parte de un club secreto, el de aquellos que se asoman con curiosidad a la oscuridad absoluta y se dejan arrastrar al abismo.

jueves, 20 de febrero de 2025

El rey moro de Molina

Abengalbón, rey moro de Molina, era moro amigo, muy amigo, de Rodrigo, Ruy, Díaz de Vivar, Mio Cid. Y lo recibía con cariño cuando este iba a Valencia a partir unas lanzas con otros caballeros y peones, y paraba en su casa. El cristiano aprovechaba para contarle sus cuitas y la traición de los de Carrión, mala gente donde la haya. El moro levantaba el mantel cuando en condumio cesaba, de carne de cabrito, dátiles y pasteles de miel, y de debajo de la mesa emergían unos músicos, y una bailarina muy rumbosa de pies desnudos, que amenizaban el resto de la velada; ella con danzas y canciones, para retirarse después al jergón con el caballero. Por una ventana abierta al caso asomaba la cabeza Babieca, para no perder punto del torneo, y un negro se encargaba de que no le faltase de comer y beber. Así trataba el bondadoso rey a sus amigos, que Alá lo tenga en su gloria.


miércoles, 19 de febrero de 2025

Safo

Safo, poeta de Lesbos, sufrió el exilio en Siracusa. Era en el sur de Italia donde proliferaban las sectas y comunidades religiosas, (siglos VII y VI a.C.), muchas de ellas creadas por jonios. Una vez que regresó a su patria, puso en marcha y dirigió un círculo para muchachas de la nobleza, con el objetivo del ejercicio de la religión, las artes y la amistad. La escuela se creó al abrigo del culto a las Musas, las Gracias y Afrodita y fue conocida con el sobrenombre de Casa de las servidoras de las Musas. Entre sus preceptos se encontraba por un lado la del rechazo a la guerra y, por otro, la expresión de la pasión amorosa y su comunión con el Cosmos o las fuerzas de la naturaleza. Es posible que existiese alguna relación entre la secta y el orfismo. En una de sus obras, la que narra la pasión por el bello Faón, parece invitar al suicidio por el amor no correspondido. También se asocia su escuela al amor entre mujeres, quizás solo amistad.

martes, 18 de febrero de 2025

El entierro de El Greco

Durante el franquismo El Greco estuvo de moda y se falsificaron muchos grecos, dentro y fuera de España. Para muchos El Greco era sinónimo de modernidad, se había anticipado al Cubismo y el Surrealismo. Eugenio d´ Ors, señalaba sus logros vanguardistas. Dibujantes como Sáenz de Tejada lo imitaban para representar las gestas de la Falange o el requetés, por tipos alargados y místicos. También en París los hubo que con admiración y malicia imitaron al pintor de Creta y colocaron sus pastiches en casas de millonarios norteamericanos, tras embolsarse puñados de dólares. Había que sobrevivir al exilio en la adversa posguerra. A mi padre le gustaba mucho El Greco y un día, en compañía de mi tío Antonio, me llevó a Toledo a ver El Entierro del Conde de Orgaz. Reconozco que me impresionó mucho el realismo de la cara del muerto y le dije a mi padre que cuanto más lo miraba, más me gustaba, porque tal juicio lo había leído en un tebeo, uno de esos de la familia Cebolleta del genial Vázquez. Ese tipo de salidas siempre sorprendían a mis mentores, que no conocían la fuente original, así me gané fama de letrado. En realidad lo que más me gustó de Toledo fueron las espadas, que se vendían en todas partes, pero mi padre no me compró ninguna. No obstante, regresé a Madrid convencido de que lo hacía desde una ciudad fantástica.


domingo, 16 de febrero de 2025

La biblioteca de pega y el busto de Betsabé

Una de las grandes decepciones que me dio la vida fue aquella en la que fuimos de vista a casa de unos amigos de mis padres, que hacía tiempo que no se veían. Calculo que yo tendría unos 14, edad compleja donde las haya. Esta familia tenía unos hijos que yo conocía de años atrás y suponía que su aspecto no habría variado, porque cuando uno es niño ignora que uno y el resto van cambiando, envejeciendo, vamos. La historia es que fuimos a comer a su casa, echar el día, porque además tenían piscina, por lo que sospecho que era verano. Reconocer a los padres no fue problema, pues los adultos cambian más despacio, pero los retoños ya no eran los mismos. El amigo estaba más alto, pero a la hermana le habían crecido unas tetas enormes, y yo no estaba preparado para tal sorpresa. Me quedé tan intimidado que ese día me recluí en el salón de la casa de esta familia, sin atreverme a salir. Y aunque venían a buscarme mis padres o sus amigos a ver qué hacía, no fueron capaces de hacerme mudar de parecer. No era cuestión de dar más explicaciones. Desde la ventana de la habitación, con la persiana bajada casi hasta abajo, miraba de cuando en cuando a mi amiga, que estaba en biquini, y me acobardaba más todavía. Envidiaba a mis hermanos, que se bañaban tan alegres, ajenos al drama que me carcomía. Para matar las horas, que pasaron muy despacio, empecé a escrutar la biblioteca, que era de campeonato, y, por los títulos, muy sugestiva. Enciclopedias y obras completas de autores célebres. Llamaban con descaro a la consulta. La sorpresa vino cuando al querer hacerme con alguno de aquellos volúmenes descubrí que no eran libros, sino bloques de adorno, que estaban huecos por dentro. Aquel hallazgo fue un choque inesperado. Yo no sabía que existiesen tales trampantojos, salvo en la pintura. Dedique el tiempo a tomarlos uno por uno, por si el primero fue cosa de la casualidad, que eran de grupos de cinco o seis, y no conseguí hallar más que una Biblia de verdad y alguno insulso de tema intrascendente. Ese día, pese al desengaño, ni acudí a comer cuando me llamaron, persistí en mi retiro voluntario, confundido y sin otra lectura que la del libro de Samuel, David y Betsabé, cuyo busto no he conseguido olvidar.


sábado, 15 de febrero de 2025

El Re-Reader de ocasión

Han abierto en Jaén, en esa Gran Vía del Desarrollo provincial, tardío, de los 70, Gran Eje le dicen, una librería de segunda mano para perdición de los obsesos del libro antiguo y de ocasión, que se renueva a diario por el intercambio, compra-venta de los susodichos. Re-Read la dicen. Entré con intención de ver y no llevarme nada, y acudí a la casa con cinco tochos para disgusto de la parienta, que me la tiene jurada por cuestión de espacio. Hice promesa de llevar varios de los propios para contrarrestar la invasión, pero no acabo de dar con alguno de los que quisiera desprenderme. De entre los adquiridos, un volumen de poesía del Conde de Villamediana, una burrada de 600 páginas. Era este conde personaje controvertido, sibarita, vicioso y provocador, un Wilde del XVII, y por tanto arrinconado frente a otros más ortodoxos.
"Si miro atrás mi error y desatino
no es poco galardón el escarmiento,
mas ¡cómo tiraniza el sentimiento
cuando el mismo entender saca de tino!"


viernes, 14 de febrero de 2025

Ruina y decadencia del VIP, o la Puerta del Sol

No hace mucho, cenando en el VIP de la Puerta del Sol, una ensalada de esas que traen de todo lo que te gusta, rememoré por un momento la proclamación de la República, que fue ahí mismo, porque este establecimiento está en una esquina de esa media plaza, donde se comen las uvas de Fin de Año mientras se desviste Pedroche y suben o bajan las bolas, (nunca recuerdo exactamente qué hacen), del reloj del fondo. Y pienso, reflexiono, lo mucho que han cambiado las cosas. Había cola para para entrar, como cuando en Moscú abrieron el primer Mc Donald´s, y gente de todos los colores, que lo hacían más democrático. También hubo un rato que pensé estar en cualquier parte, incluso en Jaén, que también tiene ya uno, y parece más fino. A esto lo llaman globalización, que es la utopía buena. No salió cara la broma, pues es el truco de los pobres y catetos para presumir de dónde hemos comido, y pocos imaginarán que estuve tarareando el himno de Riego mientras tragaba los taquitos de salmón, porque a mí me mataron defendiendo a Riego, asunto que muchos ignoran. El caso es que treinta años antes de la fecha, justo en la acera de enfrente, me compré La historia de la decadencia y ruina del Imperio Romano, de Gibbon, ocho tomos publicados por Turner, una traducción antiquísima, que siempre ha sido mi devocionario, porque había librerías donde ahora venden móviles. Luego me entretuve viendo a un tipo disfrazado de gorila, más divertido que el oso del madroño. El mundo cambia tan deprisa que ya no advertimos que no es el nuestro. Un día, todo esto serán ruinas.


jueves, 13 de febrero de 2025

La galaxia está ahí delante

Es esta una de esas mañanas en las que el Sol y la Luna se miran cara a cara. El primero acude dorado, igual que una moneda de oro, y la otra parece cubierta de nieve, como si sufriese un invierno. El cielo despejado permite el encuentro, que cuenta con la presencia de Venus, que reclama un espacio brillando con fuerza. Contemplas el horizonte desde la azotea y sueñas con que estás en una historia galáctica, pisando las arenas de Tatooine o el hielo de Hoth. La atmósfera está arada de estelas blancas, la huella que dejan los cargueros que parten de Mos Eisley. Miras el reloj un momento y descubres que llegas tarde a Endor, el planeta boscoso donde habitan los pequeños ewoks. Es hora de coger la mochila. No olvides la espada-láser.


lunes, 10 de febrero de 2025

Mallo, la cabra y el oso bailón

Abres la ventana de crear publicación y el face te pregunta sobre lo que estás pensando. En ocasiones nada y otras veces en muchas cosas. Ahora mismo en ver qué se me ocurre para rellenar este campo. He visto un cuadro de Maruja Mallo que me gusta mucho, como todo lo que pintaba ella, pero no me ha convencido la interpretación que de él hacen. El cuadro es el famoso de la mujer y la cabra, que no tiene nada que ver con el asunto de los titiriteros que se acompañaban de una para montar el número en la vía pública. Yo creo que el cuadro, por los innumerables símbolos que recoge, de carácter religioso, pagano o cristiano, no es más que una anunciación de la primavera, pero en un contexto indígena. Pero este tipo de interpretaciones ya no se llevan, porque hay que darle otro giro, aunque sea con calzador y adecuarlo a los tiempos que corren. Las cabras con cuernos de oro eran las de la mitología, Amaltea o la que se vistió en vida con el vellocino que robó Jasón. Ahora es la de la legión, que se los pintan para que brille bonito en el desfile. Yo me acuerdo de los titiriteros de la cabra, que ví por primera vez en Madrid, muy de chico, y luego en otros callejeros de España, por lo que deduzco que incluso los titiriteros pobres hacen turné de tarde en tarde, o por las mañanas. Pero lo de la cabra era nada comparado con la del oso, que sólo tuve la oportunidad de ver una vez, también en Madrid. Un plantígrado muy gordo y cansado, que se movía con lentitud al ritmo de una trompeta, que tocaba un gitano muy bigotudo, mientras una de sus hijas, sin zapatos, pasaba el plato. Imagino que el animalito envidiaba a su colega del madroño. O igual sirvió de modelo al de bronce. Yo me quedé, para mi pesar, en el daño que debía hacerle el aro de la nariz, que ataban con una cuerda, para sujetarlo y hacerle bailar.

sábado, 8 de febrero de 2025

El muro inmobiliario

Lo de Donald en Gaza suena a lo de Sofico en Estepona, aquel negocio inmobiliario perpetrado en la Costa del Sol, que salpicó de mierda al franquismo tardío, pero sin haber levantado el piso piloto de primeras, como entonces, sino reclamando inversiones sobre plano. A Benjamín ya le brillan los ojillos de los billetes que puede producir eso, igual saca para la solería del templo o tapar los boquetes del muro de las lamentaciones. Lo que va a ser todo un misterio es quien va a poner los ladrillos, porque sin palestinos que levanten las paredes no sé de dónde van a sacar a los currantes. Igual han pensado en los inmigrantes latinos que afean la frontera de los Unites Estates y, en vez de en Guantanamo, los acomodan bajo la Cúpula de la Roca y los ponen a hacer cemento. En fin, el caso es que el negocio está en marcha. Pero conviene mirar el lado bueno, igual con eso de levantar resorts de lujo sobre fosas comunes se le olvida lo de hacerse con Groenlandia, cerrar el canal de Panamá o cambiar el nombre del golfo de México. Claro que, también, puesto a inventar, se le puede ocurrir llamar al Mediterráneo, mar de Israel o algo por el estilo. A ver con qué sorprende ahora a Rusos y Ucranianos, es un mago sin chistera.


viernes, 7 de febrero de 2025

Imperios, fobias y otros dramas

Es curioso el hecho de que España, (digamos Castilla por no herir susceptibilidades), inició su apogeo como potencia internacional con la expulsión de los judíos, pueblo que se dedicaba a la usura. Habrá quien se altere y rápidamente señale el descubrimiento de América o la conquista de Granada, todo en el mismo año de 1492, como razón más sólida. Pero el caso es que también es llamativo el dato de que los reinos peninsulares iniciaron su decadencia con la expulsión de los moriscos, trabajadores agrícolas, (1609). Son este tipo de dramas, las deportaciones de pueblos en masa, los que han alimentado durante siglos la leyenda negra del país, y de ahí su justa condena. Sorprende ahora, sin embargo, que tales usos sigan en práctica o vayan a materializarse, como en buena serie de ciencia-ficción, en otros puntos del planeta. La Historia se estudia para evitar los errores del pasado pero, convertida en chicle y a meced de los políticos de todo signo, para poco es útil, salvo para escocer.


martes, 4 de febrero de 2025

Romperse un brazo era sinónimo de popularidad

Era habitual cuando yo era niño andar lesionado. Raro era el chicuelo, macho u hembra, que no tenía heridas las rodillas, tintadas de mercromina o cubiertas de costra de diversas tonalidades del rojo al verde. Por entonces el pantalón o la falda cortos ambos causaban furor, incluso en invierno. También quedaban marcados los codos y, por supuesto, la cabeza; raro era el que no escondía bajo el pelo alguna brecha producida por una piedra traicionera o un columpio bailón. La vida se desenvolvía en la calle, entre juegos más o menos violentos, siempre de riesgo, pero muy divertidos. Sinónimo de popularidad era romperse un brazo y acudir con él escayolado el día siguiente al colegio. Todo el mundo te rodeaba e incluso la señorita maestra te acariciaba el pelo y se preocupaba por tu salud, y le dabas pormenores ante la atenta admiración de la clase. En pocos días el blanco inmaculado del yeso se transformaba en un sucio lienzo repleto de pintadas de todos los familiares y amigos. Había gente que aprovechaba el armazón para defenderse, a modo de escudo, si se metía en una trifulca, o partía nueces para chulear de la dureza del engrudo. Lo normal era que el que se rompía un brazo volviese a sufrirlo, era difícil andarse con cuidado en una calle tan agitada, sin móviles ni nada de eso, todo a base de carreras y saltos, y el miedo era poco. Yo nunca me partí un brazo, pero lo deseé muchas veces, por envidia. Y simulaba caídas y llantos para llamar la atención, pero siempre era destapado al rato. A veces pienso que era un poco gilipuertas haciendo aquellas cosas, aunque en nada comparables a las idioteces que se hacen de adulto, que son más gordas, y me perdono.



domingo, 2 de febrero de 2025

Oro nazi. Epílogo.

Ya a la venta Oro nazi, novela completa.

Para conocer el final de esta historia.



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Sacrifiquemos un moco a Esculapio

Mi tío Miguel no es que fuese irreverente, sino que era un tipo hercúleo que no sabía medir su fuerza y así, en cierta ocasión, por ejemplo, en su más tierna adolescencia, luchando con un pollo, que iba a desplumar para hacer caldo en una olla con él, se le fue la mano y le arrancó la cabeza. Dejó las paredes del patio salpicadas de sangre sin comprender muy bien qué es lo que había sucedido. Lo contaba mi madre en ciertas ocasiones, a cuento de algún suceso semejante, pero menos sanguinario, protagonizado por alguno de nosotros, casi siempre mi hermano. Desde que escuché la anécdota la recreé en mi mente, y no tardé en buscarle algún tinte mitológico o sacro, y me acordaba de los pollos que se sacrificaban en Atenas a Asclepios y en Roma a Esculapio. Pero también del gallo que cantó a Pedro su traición contra el Mesías. Y acariciaba la posibilidad de que el de mi tío era descendiente de aquel y así su linaje había recibido justo castigo, por delator. Pero la anécdota que pensaba contar era otra, aunque pudiera guardar relación religiosa. Fue un día en que, acompañado de mi tía Maricarmen, se plantaron en una tienda muy fina de Madrid donde vendían objetos decorativos. Se conoce que pretendían comprar un regalo para alguien de postín, con afán de demostrar su poderío. Dio la casualidad, puesta allí por el diablo, de que había una mesa con unos niños jesuses muy monos y mucho más caros; y a mi tío le entró gana de estudiar uno de cerca, con tan mala fortuna, por lo frágil que era, que lo decapitó sin propósito, haciendo palidecer a mi tía. Pero como era hombre avezado en lides semejantes, por experiencia, no paró mientes en sacarse un moco y soldar el estropicio, para escándalo de mi tía, aunque calló sabiéndose cómplice del sacrilegio. Dejaron la figura como la encontraron, en compañía de sus semejantes y salieron por piernas del establecimiento. Cuando rememoro esta última, que nos narró mi tía a los pocos días, pensé en Herodes, pero también en el moco que alguien pondría en los altares. Es una pena que ya no esté para contarnos esta y otras que se guardase.


sábado, 1 de febrero de 2025

Nadiuska era tan bella como mi abuela

Bajé a comprar el periódico, cuando se llevaba, y me encontré con Nadiuska, era lo que narraba Umbral para hacerse notar, escondido tras una bufanda roja que arrastraba, y daban ganas de pisársela, los días que hacía frío y España transitaba hacia la democracia. A mí me gustaba Nadiuska, porque era muy guapa. Imagino que a él también. Era una belleza de Ciencia Ficción, pero sin IA y nada de eso, sino natural. Le mirabas la cara y te quedabas como tonto. Mi abuela, para restarle importancia, decía que las guapas de su tiempo eran guapas de verdad, pero que las de ahora todas iban parejas con tantos aceites y potingues. Aquel "ahora" suyo quedó ya muy lejos, no se estilaban los gimnasios ni la estética de quirófano, pero imagino que su juicio sería igual de severo, si hoy saliese a dar un paseo. No hay más que decir que llamaba guarras a las que asomaban por la tele en los anuncios de compresas. Un día que le pregunté cómo había nacido el niño Jesús me respondió que por la boca de la Virgen, cosa que me sobrecogió bastante, la verdad, y todavía recreo en mi mente con mi imaginación de niño. Ya más grandecito, en otra ocasión, mi primo me dijo que no se creía lo de cómo se hacían los niños y yo le insistí en que era verdad, pero sin detalles, lo escuchó mi abuela y puso el grito en el cielo, quiso lavarnos la boca con un estropajo, por lo que destapó que yo llevaba razón. Un día, sin embargo, muchos años después, cuando estaba a punto de no reconocernos más, nos contó que ella había sido muy guapa de joven y se sostuvo el pecho con ambas manos después de arremangarse, mientras se estiraba para explicarnos lo derecha que andaba. Fue un momento delirante y entrañable. Incluso mi hermano la jaleó. Creo que mi abuela era en el fondo otra Nadiuska, pero con otro estilo.