Ahora que arde Méntrida recuerdo sus tardes de verano, tardes de siesta que dormían los mayores, arropados por un manto de calor, que detenía el tiempo. La tele también reposaba su blanco y negro. Las chicharras cantaban sin cesar y convertían su música en silencio. Tenía dos horas de digestión por delante antes de sumergirme en la piscina, para ir por un botijo de agua a la fuente, para meter saltamontes en un hormiguero, montar en bicicleta bajo los álamos oscuros, recorrer el cauce del río, visitar las viejas bodegas, y para leer las aventuras de los cinco y unirme a ellos. Aquella Méntrida era otra, pero también humo ahora.
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viernes, 18 de julio de 2025
Méntrida se hizo humo
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