Juan Ramón Jiménez tuvo que salir de España cuando empezó la guerra porque fue denunciado por el diario Claridad, un periódico socialista que tuvo en el punto de mira a los intelectuales que consideraba tibios con la causa republicana, según la entendían ellos, que no era la burguesa. Le ayudaron a agilizar el papeleo para el pasaporte Rivas Cherif y Manuel Azaña, republicanos liberales, cuando todavía podían nadar y guardar la ropa. A este dato hay que añadir además su detención previa por una checa anarquista, dispuesta a darle el paseíllo, pero que se libró porque sus dientes eran blancos y los milicianos buscaban a uno con dientes de oro, pero de nombre semejante.
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