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miércoles, 30 de julio de 2025

La falsa moneda

Para mi abuela la posguerra fue dura porque todo el dinero que había ahorrado no servía para nada, por ser moneda de la República. Un día, cansada de pasar hambre cogió todos los billetes y salió a comprar, pero no había qué, y se volvió como se había ido. Por otra parte, en ninguna tienda se lo hubiesen aceptado, e incluso podía haber sido víctima de una denuncia anónima. Al final lo guardo todo en un cajón, porque se sentía incapaz de deshacerse de él. Cuando mi padre se hizo hombre cogió aquel dinero y lo quemó, por si las moscas, no fuese que un día acudiese la policía y en un registro diese con él y les saliesen con la comedia de que si todavía estaban esperando a que volviesen los rojos.
Años después, ya muy anciana y perdida la cabeza, tenía ese miedo a la incertidumbre que produce la edad y no hacía más que guardar dinero, por si surgía una necesidad, en los lugares más insospechados que, naturalmente, después no recordaba. Por lo que en la familia se decidió darle billetes del Monopoly, y de este modo calmar su ansiedad. Un día, por desgracia, escapó a un mercadillo cercano a comprar, y lo hizo con aquella falsa moneda. En el primer puesto que lo expuso le dijeron muy serios que aquel dinero no servía, Aquello fue un golpe tremendo a su sencillez, creo que se imagino de nuevo en 1940. Volvió a la casa muy triste.

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