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miércoles, 9 de julio de 2025

Las cuentas no salen, o igual no hay que esperarlo

0,01 euro es el beneficio obtenido el último mes por mi última novela, vía Amazón. Por la anterior ni eso. He de confesar que en una ocasión fueron 0,2. Lo habitual es que los meses se pasen en blanco. Un día, por curiosidad, tengo que entretenerme en averiguar en qué lugar del ranking de los más leído me encuentro, pero igual no soy ni el primero de los últimos. Podría llorar y patalear, sentirme un incomprendido, refugiarme en la bebida o emular a Larra, pero ya estoy escribiendo otra, lo mio es una enfermedad, un vicio solitario. A esto no se le puede llamar trabajo porque no es negocio. Por otra parte, lo del arte por el arte y esas zarandajas también son majaderías, creamos porque es el signo del Homo Sapiens, no es ningún don, sino que forma parte de nuestro ADN. Hay que reírse de todos esos sofismas y estampas literarias que han inventado los mercaderes del templo. Lo incontestable es que nos arrastra el río de la vida, o riada, a una velocidad vertiginosa, y que, al fin y al cabo, iguala a todos en naufragios. Lo malo es que no sabemos si al final del camino encontraremos vivos a nuestros cerdos, que es lo que verdaderamente preocupaba a Ulises, léase la Odisea.


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